Por Mario De Gasperín, obispo emérito de Querétaro

“Una dignidad infinita –Dignitas infinita– , que se fundamenta inalienablemente en su propio ser, le corresponde a toda persona humana, más allá de toda circunstancia y en cualquier estado o situación en que se encuentre”, es el primer aserto de la Introducción del reciente documento elaborado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, aprobado por el Romano Pontífice, y publicado el 25 de marzo de este año 2024, en la solemnidad y en honor de la Encarnación del Hijo de Dios en el seno de santa María Virgen. Un reconocimiento, pues, al Hijo eterno de Dios, que no despreció el seno virginal de una mujer, ni tampoco se avergonzó de “llamarnos hermanos”, elevándonos así hasta su estatura infinita ya por aquí puede usted calibrar por qué del adjetivo “infinita” se asocia a tal dignidad, pues hecho tan extraordinario bien lo merece.

El antecedente de una encíclica

El texto del documento se comenzó a elaborar desde el l5 de marzo de 2019 y sufrió el martirio de la crítica de expertos y peritos durante estos cinco años, pasando por toda clase de enmiendas y actualizaciones de especialistas de toda especie, además de la cuidadosa atención del Papa Francisco que, en su encíclica Fratelli Tutti había ya tocado el tema en múltiples de sus facetas, y que ahora el documento incorpora y actualiza como respuesta a las situaciones violatorias in crescendo de la dignidad humana.

Oigamos la voz del mismo Prefecto en su presentación: “La duración del texto, que duró cinco años, nos permite comprender que estamos ante un documento que, debido a la seriedad y centralidad de la cuestión de la dignidad en el pensamiento cristiano, necesitó un considerable proceso de maduración para llegar a la redacción final que hoy publicamos”.

La iglesia como garante

Para leer con provecho estas enseñanzas, hay que poner la atención en los fundamentos de dicha “dignidad humana”, y no confundirla con la mercadotecnia manipuladora acostumbrada. Por eso, después de justificar el porqué de tanta importancia del tema en la doctrina cristiana, el documento toca puntos tan importantes como: “Una consciencia progresiva de la centralidad de la dignidad humana”, para mostrarnos el desarrollo histórico del tema; después pasa a señalar cómo “la Iglesia anuncia, promueve y se hace garante de la dignidad humana”; después demuestra cómo “la dignidad, (es el) fundamento de los derechos y de los deberes humanos”, para finalmente detenerse en “las violaciones (más) graves de la dignidad humana”, ofensas graves al Creador.

Fe y defensa de los derechos humanos

Analiza aquí el documento con claridad los hechos violatorios más comunes de la dignidad humana, como son: el drama de la pobreza, la guerra, el trabajo de los emigrantes, la trata de personas, los abusos sexuales, la violencia contra las mujeres, el aborto, la maternidad subrogada, la eutanasia y el suicidio asistido, el descarte de las personas con discapacidad, la teoría de género, el cambio de sexo y la violencia digital.

Y explica: “La denuncia de estas graves y actuales violaciones de la dignidad humana es un gesto necesario, porque la Iglesia está profundamente convencida que no se puede separar la fe de la defensa de la dignidad humana, la evangelización de la promoción de una vida digna y la espiritualidad del compromiso por la dignidad de todos los seres humanos”. El compromiso con los derechos humanos es de todos y nunca se acaba.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 21 de abril de 2024 No. 1502

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