Por Arturo Zárate Ruiz

Puede entenderse el resentimiento de amplios sectores de la población frente las desigualdades que persisten en México.  Por muchas generaciones no les ha sido fácil acceder a los mejores niveles de vida que sectores menos amplios gozan.  Resienten no sólo las carencias propias de la pobreza, no sólo la menor gama de oportunidades de mejora, también discriminación y abusos por parte de no pocos pudientes.

Todo esto debemos corregirlo.  Algunos políticos proponen cobrar más impuestos a los que más tienen. Otros proponen además cobrarlos a quienes no los pagan, como son los que tienen negocios informales, los cuales por informales no debe uno suponer que generan pocos ingresos a sus dueños.  Hay quienes impulsan programas sociales que den más oportunidades de progreso a los desprotegidos.  Hay quienes exigen un uso más racional, eficiente y honesto de los recursos públicos. Entre otras cosas, yo recomendaría mejor educación a todos.

Sin duda, es mucho lo que se puede hacer para disminuir las inequidades.  Lo que no recomiendo es empezar a distribuir la riqueza sin preocuparse por generarla.  En algún momento esa riqueza se acaba y todos quedaríamos aún más pobres.  Tampoco recomiendo suponer que todos los ricos son ladrones y que todos los pobres son honestos.  Menos aun recomiendo escuchar a políticos que con mentiras buscan sólo el apoyo de los desfavorecidos.  Por ejemplo, he allí los marxistas. Su símbolo, la hoz y el martillo, supone que sólo los campesinos con las manos en la tierra y los obreros apretando tuercas son los únicos productivos, los únicos que trabajan.  Los comerciantes y los empresarios son entonces pintados como zánganos, como ladrones, como explotadores que hay que exterminar.  Creencias como ésta, además de fomentar odios y envidias que pudren el alma (que para colmo no sirven de nada), ignoran aspectos básicos de la economía.

Es cierto que son bienes primarios los que campesinos, pastores y pescadores ofrecen; y secundarios, o lo primario transformado (por ejemplo, carne en salchichas), los de los obreros en la línea de producción.  Pero hay también los servicios, y estos no son meros lujos sin nada que ver con el campo o la fábrica.  Sin vivir justo en el campo, los agrónomos, por su ciencia y técnicas, asesoran a los campesinos para cuadruplicar la producción de sus tierras. Los comerciantes son indispensables para colocar los productos no sólo en los tianguis del pueblo sino para conservarlos y ofrecerlos en muchos mercados, a mejor precio, y aún en sitios lejanos, por ejemplo, Estados Unidos (el aguacate de Michoacán durante el super bowl).  Los abogados, los arquitectos y los médicos no son de ningún modo excesos propios de ricachones; son protección legal, mejores casas y ciudades, y salud para cada uno de nosotros.  Los empresarios conciben nuevos negocios, arriesgan su dinero y generan más fuentes de trabajo.  Aun los banqueros (a quienes se les caricaturiza como aves de rapiña), protegen nuestro dinero y nos lo prestan para invertirlo en iniciativas que mejorarán nuestro patrimonio.  Todos contribuimos a la economía.

Por supuesto, puede uno preguntarse por qué unos ganan menos, y otros más dinero. Entre otros detalles, es de notar la oferta y la demanda.  Quien vende zanahorias las vende más baratas que quien vende espárragos. Unas son más fáciles de producir, los otros no.  Por tanto, unas abundan y otros escasean, por lo que son más caros, y lo serían aun más si muchos los quisieran, pues aumentaría su demanda.  Así con muchas profesiones.  Ser médico especialista exige al menos 10 años de estudios después de la prepa, por lo que hay pocos facultativos para muchos enfermos que los demandan. Por ello cobran “caro”.  Lo que no quiere decir que los muchos estudios sean garantía de mejores honorarios.  Conozco no pocos doctorados desempleados y no pocos albañiles que te cobran un riñón por reparar un hoyo en la pared.  Es así porque los buenos albañiles son escasos y tienen mucha demanda. Como ocurre aquí en el norte de Tamaulipas con los vaqueros.  Es difícil encontrar a uno que cuide bien las reses.  En Estados Unidos, un soldador y buzo mexicano puede ganar más que un ingeniero en la plataforma petrolera.

 
Imagen de andreas160578 en Pixabay


 

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