Por P. Fernando Pascual
La fe humana acompaña miles de momentos de nuestra existencia. Pensemos simplemente en lo que ocurre ante una caja de pastillas.
Vamos con el médico. Creemos que es competente, que dice la verdad, que busca nuestro bien.
Nos escucha y nos pregunta. Luego, con más o menos seguridad, ofrece un diagnóstico y propone una terapia.
Creemos, con fe humana, que no nos engaña, que la terapia que propone, a través de un tipo concreto de pastillas, nos ayudará.
Vamos a la farmacia. Creemos que la caja que nos ofrecen corresponde a lo que ha propuesto el médico.
Tomamos esa caja y la llevamos a casa. Leemos sus diferentes explicaciones: principio activo, modalidad de asunción, posibles contraindicaciones.
Vemos, en esa caja de pastillas, ciertas garantías: cuándo fue aprobado el producto, cuándo se recogieron datos de su último control, cuál sería la fecha de caducidad.
Ante los datos científicos nuestra fe humana es enorme: no conocemos (normalmente) cómo funciona un principio activo cuando entra en nuestro cuerpo, y aceptamos lo que dice la hoja ilustrativa que acompaña a estas pastillas.
Ante las otras garantías descritas en la caja de pastillas, suponemos que los sistemas de control han sido llevados a cabo correctamente, aunque no tenemos evidencia de los mismos. Simplemente, nos basta con creer, con fe humana, que las compañías farmacéuticas no habrían mentido.
Ante una caja de pastillas se hace evidente el fenómeno de la fe humana con la que vivimos continuamente: una fe en lo que se nos dice, porque la mayoría de las veces esa fe no ha sido defraudada.
Es cierto que en ocasiones hemos sufrido un “engaño”: era erróneo aquel diagnóstico, era falsa la fecha de caducidad impresa en la medicina, era insuficiente la lista de contraindicaciones.
Pero los diversos errores y engaños no suelen destruir esa fe humana que nos permite recorrer, paso a paso, los diferentes momentos de nuestra vida.
Esa fe humana se construye desde la confianza en la honestidad y el trabajo de miles de personas que nos ofrecen continuamente informaciones útiles para la salud de nuestro cuerpo, y también para el bien de nuestro espíritu.
Imagen de Christos Giakkas en Pixabay