Por P. Fernando Pascual
Hay momentos en los que buscamos leer la propia vida, para comprender un poco mejor cómo ha transcurrido nuestra historia íntima.
Son momentos en los que la mirada recorre lo que hemos experimentado en situaciones importantes del pasado: al elegir una carrera, al optar por un trabajo, al renunciar a una relación tóxica, al iniciar una nueva amistad, al descubrir el comienzo de una enfermedad.
Son momentos en los que vemos ese pasado como explicación del presente: estamos donde estamos desde esos hechos que no podemos modificar, porque han quedado fijos en la línea del tiempo.
Al recordar aquel viaje susurramos en nuestro interior: ojalá nunca lo hubiéramos emprendido.
Ante la ruptura de una relación especialmente fecunda, nos lamentamos: ojalá hubiéramos encontrado el modo de haberla llevado adelante de forma benéfica para ambos.
Ante esa enfermedad que ha dejado huellas imborrables, sentimos pena por no haber encontrado a tiempo un buen médico para erradicarla desde el inicio.
Surge en ocasiones esa frase: lo volvería a hacer. Otras veces la frase que aparece en nuestro interior es la opuesta: si hubiera dicho “no”…
Leer la propia vida permite adentrarnos en esas aspiraciones y sueños con los que de adolescentes y jóvenes mirábamos hacia el futuro.
A veces descubrimos que dejamos de lado sanos ideales y nos volvimos un poco cínicos. Otras veces, con alegría, constatamos que supimos abandonar sueños inconsistentes para abrirnos a proyectos sanos y solidarios.
Al leer la propia vida, nos resulta de ayuda invocar la luz de Dios para preguntar, a quien nos hizo por amor y nos mantiene por amor: Tú, ¿cómo lees mi vida?
Dios tiene un sueño para cada ser humano. Al mismo tiempo, respeta misteriosamente nuestras decisiones, aunque nos lleven hacia la ruina.
Mientras leo mi vida, reconozco que el camino estuvo lleno de triunfos y fracasos, de penas y de alegrías, de esperanzas y de miedos.
Luego, con sencillez, me fijo en ese presente que ahora acaricio entre mis manos. Con él escribiré nuevas páginas de mi vida, que espero sean bendecidas por mi Padre Dios y que sirvan al bien de mis hermanos…