Por Mauricio Sanders

“Como te ven, te tratan”, dice un dicho. Por eso, la imagen de México en el exterior es un elemento importante de las relaciones internacionales. Incide en el turismo, la inversión directa, la calificación de deuda, la volatilidad del peso, el trato que reciben migrantes y expatriados y el margen de maniobra para negociar acuerdos bilaterales y votos en organismos multilaterales.

Hay unas gentes que se pusieron a revisar un millón de caricaturas, fotografías, noticias y tuits sobre México, publicadas por agencias como BBC, CNN, Xinhua y periódicos como Le Monde, The New York Times o El País. Según esas gentes, los medios internacionales no destacan la inseguridad y la violencia, al revés que la prensa nacional. Entre el montonal de cosas que revisaron, el México bárbaro de asaltos y asesinatos aparece apenas en quinto lugar.

Aunque afuera se habla bastante de la injusticia social y la desigualdad económica que hay en México, 72% de los ítems se reparten en tres cajones. Desde el extranjero, nuestro país se ve “dependiente” (31%), “emergente/moderno” (27%) o “exótico” (14%). Se percibe a México como un país de hondas tradiciones ancestrales, con rico patrimonio cultural y natural, industria cultural prestigiosa y oferta cultural envidiable.

Es decir, visto con ojos de fuera, México se nota por su cultura. Sin embargo, para los extranjeros nuestra cultura se reduce a Frida Kahlo, Rufino Tamayo y mayas y aztecas. Para ellos, en las películas los mexicanos aparecen como mariachis, luchadores enmascarados o quinceañeras enfundadas en merengue rosa. Aunque los mexicanos aseguramos que Carlos Fuentes u Octavio Paz son autores de talla mundial, brillan por su ausencia en lo que se dice acerca de nosotros.

Vista desde el exterior, la política mexicana sobresale por su debilidad institucional. Se muestra un país que adolece de fallas sistémicas: “gobernantes insensatos incapaces de administrar los momentos críticos de la república; una clase política desconectada del cuerpo social, con apenas una ideología reconocible; un Estado de derecho caprichoso y frágil”; una participación ciudadana que se reduce a ir a votar, “sin transformar la plaza pública en un ejercicio plenamente democrático de civilidad y valores”.

El mejor ángulo de México es la cooperación internacional. No obstante, el hecho de que nuestro país se encuentre entre los diez primeros contribuyentes a la ONU no resulta muy fotogénico que digamos, a pesar de ser encomiable. También dignos de encomio resultan los esfuerzos nacionales a favor de la equidad de género.

Después de checar el chismógrafo que, en México, pasa por análisis político, casi es un alivio enterarse de que, en general, la prensa internacional mira a México con optimismo tibio. A sus ojos, somos una potencia regional mediana que nomás no acaba de cuajar, pero con gente amable, ciudades vibrantes y oportunidades para hacer negocios.

Para ser feliz, uno tiene que saber ponerse en su lugar. Por eso, siempre hay que dejar abierta la posibilidad de que los demás nos vean de manera diferente a la que nosotros nos vemos.

Quienes se interesen por este tema pueden consultar La imagen de México en el mundo, libro de César Villanueva y otros autores. También está México, las Américas y el mundo, publicación del CIDE.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 26 de mayo de 2024 No. 1507

Por favor, síguenos y comparte: