Por Sergio Ibarra

La democracia mexicana es una pequeñita que escasamente tiene poco más de veinte años. Se encuentra ante un escenario que pone en peligro su vida. Es del conocimiento público los dos intentos del actual presidente López Obrador y su movimiento Morena por acometer en contra del árbitro de las elecciones quien, no hay que olvidarlo, fue quien lo llevó al poder. El INE estuvo en un grave peligro ante estos intentos. No perdamos la memoria, de no haber sido por la ciudadanía, ya no tendríamos árbitro.

A la generación a la que pertenezco le tocó vivir desde su niñez décadas en las que no había de otra. El partido en el poder, algo que hoy pudiera resultar para los jóvenes increíble, dejaba que el presidente en turno designara a su sucesor, lo que la voz popular denominó el dedazo. Al no existir un árbitro para regular y normar las elecciones, el carro completo estaba garantizado durante casi todo el siglo pasado para el PRI.

Durante los años ochenta se dio la célebre caída del sistema encabezada por el hoy director de la CFE, Manuel Bartlett, quien al ver que aquella noche de las elecciones presidenciales de 1988 el Frente Cardenista estaba ganando el DF, tomó la decisión de decir que “el sistema se había caído”. Una semana después anunció que el ganador era Carlos Salinas de Gortari. Estos hechos abrieron la puerta a la izquierda, pronto se fundaría el PRD.

CHAPULINES

En aquel tiempo López Obrador, Marcelo Ebrard y muchos más de lo que hoy están en Morena pertenecían al PRI. Al no tener acceso al poder decidieron moverse hacia el PRD. Tal como lo describe Pareto en su teoría de las tribus, las minorías se adueñan del liderazgo del grupo que les abrió la puerta. La pareja López Obrador-Ebrard fue tan hábil que se adueñó de los escaños más importantes en la cámara local de la Ciudad de México y de la candidatura a la regencia del DF. Desde aquel tiempo, AMLO se volvió un maestro de la opacidad. El proyecto mayor como regente fue el segundo piso, cuya información permaneció cerrada al público y a cualquier tipo de auditoría hasta que prescribieron los tiempos para que pudieran ser objeto de ello.

ELECCIÓN HISTÓRICA Y EL VOTO POR VOTO

Las elecciones del año 2000 resultaron históricas por las siguientes razones: por primera vez organizaba las elecciones un árbitro que no era el PRI, sino el IFE, porque aquella noche el presidente Ernesto Zedillo reconoció la victoria de la oposición con Vicente Fox y porque el dedazo había desaparecido. Las elecciones del 2006 decididas por un bajo margen de diferencia, impidieron al director del IFE declarar quién había ganado.

Fue necesario esperar a que llegaran el resto de las actas de más de 100 mil casillas a nivel nacional. Felipe Calderón ganaría las elecciones. Sin embargo, la resistencia para acatar el resultado de AMLO provocó que se contarán nuevamente todos los votos, casilla por casilla, y aun así no reconoció su derrota.

ATLACOMULCO

Las siguientes elecciones en el año 2012 trajeron a un miembro del grupo Atlacomulco, Enrique Peña Nieto, gracias al abstencionismo. Nuevamente AMLO desconoció su derrota. Para sorpresa, Peña Nieto se convertiría en el peor presidente de varias décadas, lo que abrió la puerta a una nueva alternancia. Las elecciones del 2018 fueron capitalizadas por AMLO y su movimiento. Lo ocurrido en estos cinco años y medio es del conocimiento de todas y de todos nuestros lectores. Cada quien está en su derecho de preocuparse y ocuparse por hacer una evaluación objetiva de cuál es el resultado.

Nos encontramos entonces ante unas elecciones cruciales. Queda en cada una y cada uno de nosotros reflexionar sobre la decisión que desee tomar al votar el próximo 2 de junio. Hay que poner atención en cómo votar por esto de las alianzas entre partidos y porque se vota por la presidencia, senadores, diputados federales, diputados locales y alcaldías. Y en algunos estados por la gubernatura.

Invito a nuestros lectores a salir a votar, pero algo más, que se aseguren que todos los miembros de su familia voten. Cumplir familiarmente con esta obligación civil y moral, entendiendo que lo moral tiene que ver con el actuar de manera correcta. Que éste 2 de junio nos sorprenda por la mayor participación en una elección presidencial.

No nos vaya a ganar el abstencionismo y lo lamentemos las próximas décadas, como le ha pasado a millones de venezolanos.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 26 de mayo de 2024 No. 1507

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