Por Sergio L. Ibarra

De los Hechos de los Apóstoles: Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» El respondió: «¿Quién eres, Señor?» Y él: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer.

Esta cita narra la conversión de un romano nacido en lo que hoy es Turquía, por ello se le conoce como Pablo de Tarso. No conoció a Jesús, era una especie de cobrador de impuestos y perseguidor de cristianos. Sus aportaciones a la filosofía social cristiana siguen más que nunca vigentes.

En la primera carta a los romanos dice: No me avergüenzo del Evangelio, que es fuerza de Dios para todo el que cree… porque en él se revela la justicia de Dios, de fe en fe, como dice la Escritura: el justo vivirá de la fe. ¿Cómo interpretarlo en julio de 2024? Quienes nos asumimos, como él, seguidores de Jesús en cualquiera de nuestras actividades familiares, con amistades, de entretenimiento o profesionales, corremos el riesgo de que se nos tilde de mochos, de extrema derecha o sencillamente se nos rechace.

En un contexto en donde todo se ha vuelto desechable y provisional, como dice Serrat, se ha ido omitiendo en la convivencia diaria esas frases que nos vinculan como que Dios te bendiga o Dios te lleve. San Pablo dejó un ejemplo de defensa de la fe, fuera muy alejado del egoísmo y desconfianza que campea en este siglo XXI.

De la segunda carta a los Romanos: No os acomodéis al mundo presente, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto. En este siglo XXI plagado de consumo, viene bien cuestionarnos si de veras estamos haciendo algo por renovarnos y poner lo bueno por enfrente, por servir de la mejor manera al prójimo y hacer cada cosa que hacemos lo mejor que podamos, dejar la flojera y la decidía a un lado. Hoy nuestra nación necesita que cada líder político, empresarial, docente, padre de familia o profesional que tiene ante sí la oportunidad de influenciar a diario a otros, lo haga con estas tres simples referencias. ¿Lo bueno son los votos o las utilidades o pasar a los alumnos para que no me corran de una cátedra? O ¿No sería bueno gobernar para las siguientes generaciones o preservar el servir a la sociedad con mejores productos con menos utilidades o formar a los estudiantes y cargar con que eres un maestro “perro”?.

De la carta a Los Corintios: Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca. En este siglo XXI de marcas y modas que pasan y pasan, en donde se enmarcan las diferencias o las coincidencias pasajeras, la epístola trasciende al amor de la pareja o hijos, este tiempo está urgido de un tónico diario de tolerancia, de hablar y proteger la verdad y escuchar al otro, sin intereses o para ver quién gana o tiene la razón.

Escribo estas líneas en la conmemoración de su día junto con San Pedro, acompañado del sonido de un montonal de cohetes que a los lejos, nos recuerda que en nuestra ciudad, sobreviven tradiciones católicas. Y por cierto, nunca es tarde para que nos caigamos del caballo si hiciese falta para renovar la fe.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 14 de julio de 2024 No. 1514

Por favor, síguenos y comparte: