“Estaba muerta en vida, era una nieve gigante que crecía cada vez más, pero fue María de Guadalupe quien me rescató”, confesó esta laica misionera.
Por Miriam Apolinar
Josefina Martínez Márquez, originaria de Celaya, Guanajuato, madre de tres hijos y casada desde hace 25 años, parecía tener una vida normal como tantas mujeres, pero en el fondo de su corazón, sufría depresión, ansiedad, miedo, tristeza, falta de interés por la vida e incluso experimentó pensamientos suicidas, pues antes de su conversión -hace ya casi 10 años-, en su etapa de juventud fue víctima del aborto.
“Dejé de sentirme a gusto conmigo misma, no le veía sentido a nada. Fue un momento muy fuerte que no quise ver, pero mi alma suplicaba salir de ese infierno. Nunca fui una joven rebelde, siempre estuve en casa y convivía con mis padres, pero cuando el momento se presentó, como toda joven lo ves como una salida fácil, pero en realidad fue la puerta más grande que le abrí al pecado, al rechazo a Dios. Viví mucho tiempo enferma espiritual y físicamente, pues tuve todos los síntomas del síndrome post aborto; estaba muerta en vida, era una bola de nieve gigante que crecía cada vez más, pero gracias a María de Guadalupe, tuvo la misericordia de rescatarme de las garras de la muerte”, expresó.
Su camino a la conversión inició casi una década atrás. La ahora misionera guadalupana emprendió su búsqueda de la verdad y la sanación, al vivir un retiro virtual por el canal El Sembrador, del predicador Noel Díaz, experiencia que le marcó el inicio de su liberación y emprender una vida con Dios: “Fue la primera vez que escuché en mi corazón las palabras de María que me decían: Ya no sufras más que tu hijo lo tendré entre mis brazos, hasta que tú puedas rendirte con él”.
Otro suceso que le marcó fue la gracia de visitar al Santuario de Nuestra Señora de Medjugorje, ubicado en Bosnia y Herzegovina, donde tuvo unos de sus primeros encuentros con la Madre de Dios.
“Fue un viaje providencial. Pasó que me invitan a un evento organizado por el movimiento social católico Unión de Voluntades en el Museo Soumaya, recuerdo que Fray Tomás Chávez daba el mensaje del Nican Mopohua y tras escuchar cada palabra, mi corazón se iba liberando. Sin duda fue un encuentro con la Voz de la Virgen de Guadalupe, quien en cada frase me brindaba aliento, alegría, amor y una gran compasión por mí. Desde ese día sentí el llamado de un renacer espiritual y quedé seducida por la Morenita del Tepeyac”, señaló.
Finita asegura que las palabras de la Emperatriz de América fueron rotundas, similares a cuando le llamó a San Juan Diego y le pregunta: “¿A dónde te diriges?” Fue así que inició una nueva vida de liberación y aseguró: “Ella cumple sus promesas a todos los que la buscan, la invocan, la llaman, la necesitan y mi alma era una de ellas”.
En el Nican Mopohua se lee: “Le daré a las gentes en todo mi amor personal, en mi mirada compasiva, en mi auxilio, en mi salvación. Porque Yo en verdad soy vuestra Madre Compasiva”. Con estas palabras, Finita confirmaba el perdón y llamado que la Guadalupana le hizo para empezar su nueva vida.
Actualmente, esta laica misionera ha puesto en pie estas promesas; una de ellas es “Construir una Casita Sagrada”. “Ella nos pide que llevemos el amor de su Hijo a nuestras familias, a ser instrumentos de paz, hay tanta necesidad, tantas mujeres y familias muertas en vida, jovencitas que sufren por amor, por aceptación, jóvenes que viven en la pornografía, matrimonios infieles, etc. Hay mucho dolor en el mundo, pues como yo, esta gente se ha alejado de Dios, de la Vida, de Jesucristo mismo, del Dios que tiene la única potestad de sanar y curar a los que tenemos pecados como el mío. Por eso, hoy llamo a que dejemos entrar a nuestra Madre a esos corazones de piedra, para que Dios los cure, como lo hizo conmigo”, afirmó Finita.
Hoy día, esta laica comprometida trabaja en la Misión Internacional Guadalupe por el Mundo, de Unión de Voluntades, en donde continua con su apostolado de llevar el Amor Guadalupano a todos los rincones del mundo. Recién en mayo pasado, llevó a Colombia una imagen de la Morenita del Tepeyac donada por este movimiento y allá visitó parroquias, escuelas y conventos. Asimismo, durante julio, asistió a algunas localidades en el estado de Jalisco para llevar este mensaje a niñas, adolescentes y mujeres, y anunciar la defensa de la vida y el valor por la familia.
“Soy testigo de grandes milagros de sanación física y espiritual. En cierta ocasión, un señor en estado vegetativo se movió tras imponerle la imagen de la Virgen de Guadalupe. Ella nos enseña que va al encuentro de sus hijos, pero tenemos que rendirle nuestra voluntad. Es un mensaje para nuestros tiempos que nos trae la Señora del Cielo, Ella viene a sanar a todas las naciones, pero abramos nuestra alma. Hasta ahora me siento indigna de Anunciarla, pero como a San Juan Diego, no vio grandeza o raza, sino un corazón dispuesto y agradecido”, compartió.
Finita Márquez es gran promotora del Rezo del Santo Rosario y de la Santa Misa, ya que estos fueron sus grandes aliados para salir de la oscuridad en la que vivía: “Podemos ir a muchos psicólogos y médicos, pero ellos no pueden curar tus heridas. solo Dios en sus Sacramentos, en el Cuerpo de Jesús, nos pueden regresar la dignidad y sentido a la vida”, finalizó.