Por Jaime Septién

Para don Mario de Gasperín Gasperín, en sus maravillosos noventa años

Un paso más para demostrar –quien tenga ojos que lo vea— la disposición del papa Francisco para reconocer (con actos y con palabras) el importantísimo papel que juega la mujer en el presente de la Iglesia. A principios de año nombró a la religiosa Simona Brambilla como prefecta del dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

Es la primera vez en los dos mil años de vida de la Iglesia que una mujer dirigirá un dicasterio en el Vaticano. No un cardenal, un arzobispo o un sacerdote: una misionera italiana de 60 años, perteneciente a las Hermanas Misioneras de la Consolata, supervisará la vida espiritual y organizativa de miles de comunidades religiosas en todo el mundo, tanto femeninas como masculinas.

Su CV dice mucho de la intención del Papa al nombrarla. Primero: la hermana Brambilla ha sido misionera en uno de los lugares más peligrosos de África: Mozambique. Segundo: es de profesión enfermera. Tercero: tiene dotes administrativas (fue superiora de “las Consolatas”). Cuarto: tiene buen humor.

En otras palabras: caridad, trabajo de campo, conocimiento directo del dolor humano, capacidad técnica y, quizá lo más importante, sabedora que la Iglesia católica no es un lugar de poder, sino, como lo ha definido Francisco, se trata de un hospital de campaña; un lugar donde se acoge a los heridos, a los mutilados, a los que buscan y no encuentran, en suma, a nosotros los pecadores.

De marzo de 2013, cuando inició su pontificado, a la fecha, la presencia de la mujer en el Vaticano ha aumentado del 19,2% al 23,4%. ¿Es poco? Claro que lo es. La resistencia de grupos de poder –dentro y fuera de la Iglesia— ha sido difícil de vencer. Pero lo que vale es el reconocimiento. Como pensaba Goethe (y lo reafirmó Juan Pablo II), es “el genio femenino” el que debería gobernar al mundo puesto que es el único que podrá salvarlo del ocaso. Y la Iglesia, “maestra en humanidad”, no lo ignora.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 19 de enero de 2025 No. 1541

 


 

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