Por P.
Si uno reflexiona sobre la responsabilidad que asume cada médico al aceptar sus compromisos profesionales puede sentir algo de miedo.
Muchos enfermos y sus familiares ponen una enorme confianza en quien, como médico, puede ofrecer ayuda, tal vez curando, tal vez aliviando en el dolor.
El médico siente el peso de las expectativas que le rodean. Sabe que su ciencia tiene un gran poder, pero también límites.
Además, sabe, y siente miedo ante esta idea. que a veces comete errores, y quien los sufre es, precisamente, el enfermo.
La responsabilidad de cada médico puede abrumarle, incluso llevarle al miedo. ¿No me habré equivocado al escoger esta profesión? ¿No he puesto sobre mis hombros un peso difícil de sobrellevar?
Con una mirada más serena, el miedo puede ser superado. Basta con reconocer que cada uno contribuye, con sus conocimientos, a las necesidades de otros, pero que nadie tiene un saber suficiente como para solucionarlo todo.
A pesar de sus retos, la medicina es una de las disciplinas más hermosas. Millones de seres humanos agradecemos a médicos y enfermeros tantos servicios, tantas ayudas, tanta acogida, tanta paciencia.
Los que hemos salido de una gripe más agresiva, de un herpes inesperado, de una dolencia continua en una articulación, reconocemos la ayuda sencilla y profesional que nos ofrecieron quienes, como médicos, se pusieron a nuestro servicio.
Es cierto que la medicina no hace imposibles, que el médico tiene que reconocer, ante una enfermedad incurable, sus límites. Pero también es cierto que todo acto médico, aunque se trate de paliar el dolor y acompañar a quien se prepara a la muerte, tiene un significado imponderable en el mundo humano.
Médico: tienes sobre ti una responsabilidad muy grande, y te agradecemos que la hayas asumido. Sobre todo, sentimos confianza y paz al ver tu esfuerzo, lleno de humanidad, incluso de afecto sincero, por acompañarnos en tantos sufrimientos.
De esta manera, cada día contribuyes para que nuestra vida terrena, que nos prepara para el cielo, sea más aceptable, a pesar de tantas enfermedades, que parecen menos dolorosas ante la alegría que surge gracias a quienes, como tú, viven para servir a los demás