Por P. Fernando Pascual
Una idea ampliamente extendida considera que el evolucionismo habría sido ya comprobado por la ciencia, y que oponerse al evolucionismo implicaría ir contra la mentalidad dominante.
Esa misma idea supone que la mentalidad dominante acepta el evolucionismo por considerarlo como verdadero, y que rechazar lo verdadero iría contra el sentido común y contra un sano uso de la inteligencia bien instruida.
Ocurre, sin embargo, que la noción de “mentalidad moderna” resulta compleja, pues incluiría (según algunos) no solo aceptar el evolucionismo, sino también el relativismo, el subjetivismo, o teorías según las cuales cada persona puede autopercibirse de modos diferentes.
Ciertamente, no todos entienden lo moderno de la misma manera. Para algunos. todavía tienen valor los ideales del Iluminismo, que serían centrales para comprender nuestro mundo. Para otros, estaríamos en un mundo postiluminista y postmoderno…
Lo que puede ser interesante, respecto al tema del evolucionismo, como respecto a cualquier otro tema, es considerar no si una idea pertenece o no pertenece a la mentalidad dominante, sino si tal idea se acerca o se aleja de la verdad.
En concreto, si una persona critica el evolucionismo y lo considera equivocado, no tiene mucho sentido rebatirle con la famosa idea de que esa persona va en contra de la mentalidad moderna, pues lo importante no es pensar como piensan las mayorías, sino pensar según criterios razonables y científicamente válidos.
En cada época histórica han dominado diversas ideas sobre lo que sea el universo, sobre el puesto del ser humano en la naturaleza, sobre la existencia (o no existencia) de un Dios que explique el origen y el destino de todo.
A la hora de afrontar una teoría evolucionista, o una teoría antropológica, o una propuesta ética, no basta con fijarnos si corresponde o no corresponde a la mentalidad de la época, sino, como acabamos de ver, si corresponde o no a la verdad.
De esta manera, aplicamos hoy una tesis que ya encontramos en el mundo antiguo: no importa quiénes defienden una teoría, pues lo que realmente nos interesa es dilucidar si tal teoría sea o no sea verdadera…