Por P. Prisciliano Hernández Chávez, CORC.

La obra del sociólogo y politólogo Giovanni Sartori (1924-2017) ‘homo videns’, nos puso en alerta sobre el predominio de la imagen, la ausencia de la abstracción y el pensamiento conceptual. Publicado en español en 1998 en el cual plantea a una sociedad dirigida por la televisión, de modo que el ‘homo sapiens’ da un paso hacia atrás.

Esto ha evolucionado por los medios digitales de información. Se ha creado una sociedad ‘hiperculturalizada ’, como lo enseña el filósofo coreano, Byung-Chun Han (1959…). Se da una globalización hipercultural; no tiene límites, ni de espacio, ni de raza, ni de Dios. Su estructura es la red, no tiene unidad, no tiene teleología, ni teología y, diríamos, ni filosofía que responda a las cuestiones centrales de la persona sobre su existencia y el sentido trascendente de su vida. En la perspectiva de la persona humana en cuanto tal, se ha dado una verdadera involución.

Se yuxtaponen conocimientos. Una cultura sin pasado cuya estructura simplemente es la internet, sin centro vital, generando un gran vacío existencial.

Nos ha llevado a ‘la globalización de la indiferencia’, en sentencia del Papa Francisco.

Ante esta sociedad hiperculturalizada, se dan las injusticias, los abusos, los grandes intereses y las rivalidades mezquinas. Se da de modo galopante la soledad, los fracasos, las incomprensiones.

Se nos habla en estos tiempos de ‘soberanía nacional’, cuando no se reconoce la dignidad de la persona como verdaderamente soberana.

Pero como dice Pedro Fraile Yécora, ‘Mientras dure la andadura del ser humano sobre la tierra, Dios seguirá siendo horizonte que alcanzar, misterio que desentrañar y pregunta a la que retomar’, -en su obra ‘entrañas de misericordia’ (ed.  PPC).

Hay una relación entre el pensamiento y lo que expresamos, lo que existen en el corazón y lo que habla la boca. Lo que abunda en el corazón, eso lo manifestamos.

¿Qué tenemos en el interior del alma? Ruido de imágenes, asedio de mensajitos. Hoy más que nunca necesitamos momentos de silencio; del ‘silencio sonoro’, para escuchar la voz de Dios que propicia el encuentro en el momento sereno y en la paz silenciosa del corazón.

El ser humano se ha estancado en las tecnologías, en la ciencia, en las redes; pero parece que está perdiendo el ejercicio de la apertura al otro yo, al hermano que sufre, al hermano que está solo, al hermano que necesita un hombro para continuar su camino.

‘El árbol bueno produce frutos buenos…el ciego que guía a otro ciego ambos caen el pozo…la paja en el ojo ajeno cuando se tiene la viga en el propio’, sentencias sabias de Jesús para retomar su andadura, para adentrarnos en su misterio, para vivir la vida humana dignificada en la perspectiva del hijo amado de Dios, con un corazón sincero y una conciencia transparente.

 
Imagen de StockSnap en Pixabay


 

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