Por Mario De Gasperín Gasperín, obispo emérito de Querétaro
No ha escapado a la observación de sus lectores el que esta obra del Papa Francisco no sólo se ha saltado la advertencia bíblica de no confiar en su propio juicio antes de su partida, acercándose así al testimonio, sino que el contenido trasciende el mismo género literario de “memorias” o “recuerdos” del pasado, pues los hechos allí referidos adquieren en la narrativa papal una dimensión que los convierte en profecía y proyecto del futuro. Dicho en lenguaje bíblico, en Esperanza y Evangelio. Lo confiesa abiertamente en la introducción: “Una autobiografía no es nuestra literatura privada… No habla únicamente de lo que fue, sino de lo que será”.
Evangelio y Esperanza son dos realidades que se funden en una realidad superior: en un mensaje de salvación que trae consigo a su mismo autor, al Salvador. En efecto, Jesucristo es el Evangelio del Padre: “Quien me ve a mí ve al Padre”; y, al mismo tiempo, nuestra Esperanza: “Espero la resurrección de la carne y la vida eterna”, confesamos en el credo. Así de poderosa es nuestra fe cristiana. Contiene y da lo que promete: ¡No defrauda!
Si la salvación cristiana es transformación de nuestra humilde carne en espíritu vivificante, la esperanza que la contiene y promete deberá ser igualmente carnal, es decir, encarnada en nuestro cuerpo y en nuestra historia. Esta es la Fe-Esperanza que subyace en esta autobiografía.
La tarea del lector será descubrir la riqueza del contenido de esta singular obra. Lo mío quiere ser una invitación al lector a acercarse a ella no solo para gozar de su contenido, sino a incorporar el volumen a su pequeña biblioteca familiar, y compartir y reflexionar con los suyos: esposa, hijos y familiares, las reflexiones que el Papa hace sobre las múltiples, variadisimas y pequeñísimas cosas que forman la rutina diaria familiar, y a sacar de ellas, con el realismo y el humor que imprime en ello lo cristiano, la alegría de vivir.
En otras palabras, en interpretar la propia vida, aparentemente monótona, en una verdadera liturgia de comunión y participación familiar a nivel del Evangelio. O catequesis también se podrían llamar.
De los hechos más graves y dramáticos que no suelen faltar en todo hogar católico —quiero decir normal—, mucho ayudará al padre y a la madre de la familia reflexionar con el Papa sobre el papel fundamental que la Fe y de la práctica cristiana —la misa del domingo por ejemplo— aportan a la comprensión de los mismos: Sobre la pobreza o el bienestar familiar; sobre la represión política o el disfrute de la libertad; de la muerte o de la enfermedad; de la responsabilidad comunitaria o de la vocación particular…, en una palabra, aprender del Papa a leer la vida familiar y social a la luz del Evangelio y su dramatismo seductor.
Para iniciar la lectura bien vendrían, en estos tiempos de “Gran Jubileo”, el capítulo 22 sobre “La niña irreductible”, la “Esperanza” cristiana; y el siguiente, sobre un “Dios que sonríe”, o sea, sobre el buen humor de nuestro Dios, a pesar de la mala cara que le ponemos. Porque “suele decirse que lo contrario al Amor es el odio, y es cierto, pero mucha gente no odia con consciencia. Lo más contrario al amor de Dios, es la indiferencia. La indiferencia mata. El Amor no tolera la indiferencia. El cristiano tiende la mano”.
En contexto
Un libro para el Jubileo
Esperanza se gestó durante seis años y es uno de los secretos mejor guardados del mundo editorial. En un principio, Francisco pretendía que la autobiografía se publicara póstumamente, pero el verano pasado cambió de opinión para que la publicación coincidiera con el Jubileo de 2025, el Año Santo de la Iglesia católica que tiene lugar cada cuarto de siglo.
No es el primero
Desde que es Papa se han publicado varios libros más: Francisco escribió Soñemos juntos, un relato en primera persona que explora cómo la crisis puede ser un catalizador positivo para el cambio, durante la pandemia del coronavirus, con su biógrafa Austen Ivereigh. El año pasado, Vida: mi historia a través de la historia, un libro rico en anécdotas escrito con Fabio Marchese Ragona, se publicó en todo el mundo.
Sus antecesores
Francisco tampoco es el primer Papa que comparte la historia de su vida. Como cardenal, Joseph Ratzinger escribió una autobiografía que se publicó en 1997, ocho años antes de convertirse en el Papa Benedicto XVI, y tanto él como su predecesor, Juan Pablo II, fueron coautores de libros con periodistas que eran reflexiones personales y no documentos papales oficiales.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 30 de marzo de 2025 No. 1551