Por P. Fernando Pascual
Puede causar sorpresa descubrir cómo el miedo puede explicar el origen de muchos pecados.
Un sacerdote italiano, don Fabio Rosini, explica que, en el fondo, los vicios surgen a partir de los miedos. Para ello, pone algunos ejemplos en un libro titulado El arte de la vida sana. Sobre la avaricia, afirma:
“El miedo a perder el control alimenta la avaricia, que en realidad es la angustia de la inseguridad, que resuelve sus temores con la posesión”.
Sobre la gula y la lujuria, añade:
“El miedo a la frustración se convierte en la voracidad de la gula, que es el ansia por estar satisfecho y que fomenta también la lujuria, que es la búsqueda autodestructiva del placer en el ámbito más concreto de la sexualidad”.
Si en la raíz de nuestros pecados y vicios hay miedo, el camino para sanar consiste en identificar las causas de nuestros miedos, y aprender a alejarlas.
No parece fácil porque, como explica don Fabio Rosini, detrás de cada miedo hay una experiencia, y las experiencias no se pueden suprimir.
Lo que sí podemos hacer es identificar qué experiencias me han dañado, para luego, con la ayuda de Dios, liberarme de las ataduras de esos miedos que me llevan al pecado.
Cristo quiere que dejemos a un lado nuestros miedos. El “no temáis” de la Pascua vale no solo para los Apóstoles, sino también para los cristianos de todos los tiempos.
La invitación a no tener miedo llega, así, a nosotros. El camino cristiano nace desde la certeza de que Cristo está vivo y ha vencido el pecado y la muerte.
Ya no tenemos miedo. Dios es nuestra fortaleza, nuestra esperanza. Con su ayuda dejaremos atrás nuestros miedos, superaremos nuestros vicios y pecados, y podremos vivir con la plenitud y la seguridad de quien se sabe amado, lo cual permite salir de nosotros mismos y empezar a amar…
Imagen de Pete Linforth en Pixabay