Coincidí con Alicia Peressutti en un encuentro mundial realizado en El Vaticano en noviembre de 2013. El Papa Francisco –a quien los argentinos como Alicia llamaban “Padre Jorge” sin que a él le importara ni mucho ni poco—convocó, al principio de su pontificado, un encuentro con especialistas y activistas de todo el mundo para enfrentar la esclavitud de la trata. Alicia llevaba mucho tiempo enfrentándola, con Bergoglio, en Argentina. Ahí me obsequió su libro-testimonio Esclavas. Otras historias. Un libro estremecedor.
A raíz de la muerte del Papa Francisco me topé con un artículo suyo publicado en el blog chileno Portaluz. Le escribí para pedirle autorización y publicarlo en El Observador y para preguntarle cómo estaba, si seguía en la defensa de niñas, adolescentes, mujeres víctimas de la trata (actividad que le ha conducido, en varias ocasiones, a estar a punto de ser asesinada). Su respuesta fue la siguiente: “Volví 25 veces a Santa Marta, a trabajar contra la esclavitud, y a visitar a mi amigo el Padre Jorge. Siempre en la lucha, siempre… hasta que me maten o muera de causas naturales. Siempre en mi corazón, bendiciones amigo mío.” (Jaime Septién)
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Querido Padre Jorge (Papa Francisco para toda la humanidad) acorralé la tristeza con unas cuantas Ave María y solo quedó en mi corazón un sabor amargo de ausencia.
No me va a escribir más esos mensajes que cada vez -cuando lo veía personalmente- le reclamaba eran jeroglíficos por deletrear; cómo si yo escribiera legible. Pero bueno, usted era importante y yo nadie. “La gente importante escribe clarito, que se pueda leer” siempre le decía y usted me retrucaba que como no lo era, podía escribir como lo hacía.
Usted fue un Padre para mí y para muchos otros nadies que en usted encontramos reparo en medio del huracán y pudimos atar la soga para que el viento atroz de lo que vivimos no nos llevara no sé a dónde. Y nos amó, sin querer cambiarnos. ¡Eso hizo que cambiáramos! No nos pedía que rezáramos y lo terminamos haciendo cada rato en nuestras vidas.
Me regaló tantos rosarios y cada vez que hacía un comentario yo le decía que no rezaba el Rosario porque los había regalado. Padre Jorge, en realidad siempre lo rezo, aunque lo hago con un Rosario de bolitas de hilo que me hizo un amigo querido.
Aprendí tanto de usted. Esa paciencia que tuvo conmigo me evangelizó, me acercó a Jesús y a Nuestra Madre que me han marcado a fuego para tratar así a las víctimas de trata. Jamás reaccionar con enojo o apuro o imposición, sino poniendo el corazón y entendiendo que los tiempos son de Dios.
¡Ay, Padre Jorge! Siempre dije que todo se lo debía a usted y quizás muchos pensaron en lo material o no sé, pero me refería al aprendizaje para la entrega a quienes necesitan. También aprendí a soportar, a renunciar y a rezar. Cuando todo está perdido, a rezar.
Lo quise mucho, lo quiero y lo querré. Le pido perdón Padre Jorge porque si fui insistente con usted en vida, imagínese ahora que está en el Paraíso. ¡Le voy a pedir todos los días que interceda por nosotros!
Padre Jorge ¿está ahí? Por favor no abandone a las víctimas de trata.
Gracias. Siempre gracias: Alicia
¿Quién es Alicia?
La escritora Alicia Peressutti, fundadora de la ONG “Vínculos en Red”, es autora de nueve publicaciones, con formato de novelas breves y cuentos, cuyos relatos se basan en historias reales de las que ha tomado conocimiento en sus muchos años de trabajo territorial. Las duras historias –si bien noveladas– son historias que pueden identificar a muchas personas que se encuentran en situación de explotación, debido a la generalización de los malos tratos. De allí la necesidad de identificarlos con nombres cambiados o de fantasía.
Sus obras:
*Buscando a Ana
*Días de Esclavitud
*Desde Las Sombras
*Esclavas
*Lágrimas de Sangre
*Siete Horas y Media
*El secreto del General
*Esclavas. Otras Historias
*Mafia: Redes de muerte
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 11 de mayo de 2025 No. 1557