Por María Luisa Aspe Armella
El pontificado del Papa Francisco, iniciado en marzo de 2013, ha significado un giro notable en el rumbo pastoral de la Iglesia católica. Como el primer Papa latinoamericano y jesuita, Jorge Mario Bergoglio ha puesto en el centro de su ministerio una Iglesia más misionera, cercana y sensible a las realidades del mundo actual. A lo largo de 12 años del pontificado, se han evidenciado importantes avances y no pocas controversias.
De manera apresurada, señalo las que son a mi juicio las principales luces, las sombras y los desafíos que marcan a la Iglesia con el legado de Francisco.
1. Luces: una Iglesia que se renueva en la cercanía.
Uno de los principales méritos del Papa Francisco ha sido su esfuerzo por reformular la imagen y el actuar de la Iglesia desde la clave de misericordia y cercanía, comenzando por los pobres y los excluidos de las periferias geográficas y existenciales. Su apuesta por una “Iglesia en salida”, como lo expresó en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, propone una comunidad eclesial que no se encierra en estructuras rígidas, sino que sale al encuentro de las periferias físicas y existenciales.
También ha impulsado importantes reformas internas, como la reorganización de la Curia Romana, orientada a una mayor transparencia y eficacia, y la creación de nuevas instancias para la gestión económica y la protección de menores. Además, con Laudato Si’, su encíclica sobre el cuidado de la casa común, ha puesto a la Iglesia en el centro del debate sobre el cambio climático, articulando una teología de la creación profundamente comprometida con la justicia social.
2. La mujer en la Iglesia
El Papa Francisco ha abordado en varias ocasiones el papel de las mujeres en la Iglesia, mostrando una actitud abierta al diálogo y a una mayor inclusión, aunque dentro de ciertos límites doctrinales de la Iglesia católica.
Francisco fue insistente a lo largo de su pontificado en señalar que las mujeres tienen un papel fundamental en la Iglesia y que no se puede reducir su participación a tareas auxiliares o de servicio. El tema del diaconado femenino fue también debatido durante su pontificado. Francisco creó dos comisiones (una en 2016 y otra en 2020) para estudiar históricamente el papel de las diaconisas en los primeros siglos del cristianismo. Aún no ha habido una conclusión oficial, pero el hecho de abrir el debate ya es significativo.
Sobre la ordenación de mujeres como sacerdotes, el Papa mantuvo la posición tradicional de la Iglesia, afirmando que: “La puerta al sacerdocio femenino está cerrada”, citando la enseñanza de San Juan Pablo II, aunque aclarando que esto no significaba disminuir la importancia de las mujeres en la Iglesia, acompañando su dicho con la designación de varias mujeres, laicas y religiosas, en puestos de responsabilidad en el Vaticano, algo impensable años antes.
En noviembre de 2023, en una audiencia con la Comisión Teológica Internacional, Francisco expresó que “uno de los grandes pecados que hemos cometido es ‘masculinizar’ la Iglesia”, e instó a “desmasculinizarla” comenzando por la teología.
En marzo de 2024, durante el Congreso Internacional “Mujeres en la Iglesia: artífices de humanidad”, el Papa destacó que “el camino hacia sociedades mejores pasa justamente por la educación de las niñas, adolescentes, jóvenes”, resaltando la importancia de la formación femenina para el desarrollo humano.
En diciembre de 2024, durante el Congreso Internacional sobre el Futuro de la Teología, el Papa afirmó que “una teología sólo de hombres es una teología a medias”, subrayando la necesidad de incluir la perspectiva femenina en la teología para que sea completa y enriquecedora.
Mucho se hizo, aunque falte mucho más por hacer en este ámbito.
3. Sombras: críticas y tensiones internas
El pontificado de Francisco no ha estado exento de críticas y resistencias. Sectores conservadores y tradicionalistas dentro y fuera del Vaticano han cuestionado su estilo de gobierno, a veces calificado como autoritario o ambiguo. La exhortación Amoris Laetitia, por ejemplo, suscitó confusión respecto a la posibilidad de que los divorciados vueltos a casar accedieran a los sacramentos, generando divisiones doctrinales.
Otro aspecto controversial ha sido su manejo de los casos de abusos sexuales dentro de la Iglesia. Aunque ha dado pasos importantes, como la creación de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores y la promulgación de nuevas leyes canónicas, muchas víctimas y observadores critican la lentitud y la falta de claridad en algunos procesos judiciales vaticanos.
4. Retos: entre la continuidad y el viraje
De cara al futuro, la Iglesia enfrenta importantes desafíos ante la muerte de Francisco. El primero es consolidar una cultura eclesial de tolerancia cero ante los abusos, acompañada de estructuras más eficaces y creíbles para la prevención y sanción. Otro reto es el de mantener la unidad interna de la Iglesia, en medio de tensiones entre sectores progresistas y tradicionalistas.
Asimismo, la Iglesia tendrá que profundizar su diálogo con el mundo contemporáneo, sin eludir los temas controversiales particularmente en lo que respecta a nuevas formas de familia, identidad de género, justicia económica y el papel de la mujer en la Iglesia. Francisco ha abierto puertas, pero quedan muchos pasos por dar.
Finalmente, otro gran desafío es preparar una transición serena hacia el próximo pontificado, esperando que las reformas emprendidas tengan continuidad.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 27 de abril de 2025 No. 1555