Por Miriam Apolinar
En un encuentro organizado por Red Familia, Monseñor Ramón Castro Castro, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano, compartió una reflexión profunda y pastoral sobre los retos que enfrenta la familia en el México actual, a la luz del nuevo pontificado. Su mensaje, alejado de tecnicismos y revestido de esperanza, estuvo centrado en tres palabras que consideró fundamentales para este momento histórico: discernimiento, purificación y reforma.
Desde el inicio, Monseñor Castro dejó claro que su intención no era hablar como experto o académico, sino como pastor y hermano, testigo de la Resurrección de Cristo. Afirmó que Cristo vivo es “luz y fuego que no se apagan”, y esa luz es la que puede transformar una realidad marcada por el desencanto y la fragmentación cultural. En esta línea, subrayó que la esperanza no es una emoción ingenua ni un optimismo vacío, sino una virtud anclada en la certeza del amor de Dios y en la posibilidad constante de redención.
El nuevo pontificado del Papa León XIV, afirmó, se define precisamente por esas tres claves: discernimiento, purificación y reforma. Y explicó cada una como proceso necesario ante el cambio de época que vive la humanidad. No se trata de ajustes superficiales, advirtió, sino de una renovación auténtica del pensamiento, los métodos y los modelos de vida, con especial énfasis en la defensa y fortalecimiento de la familia, entendida como célula esencial de la sociedad.
Un llamado a no ceder a la mediocridad
En sintonía con el reciente mensaje del Papa León XIV, Monseñor Castro hizo énfasis en la urgencia de no ceder a la mediocridad. En tiempos desafiantes, donde prevalecen la incertidumbre, la ansiedad y la desesperanza, es común conformarse con respuestas simples o tímidas. Sin embargo, aseguró que lo tibio no es del agrado de Dios. La mediocridad —lo improvisado, lo mal hecho, lo irrelevante— no puede ser el camino cuando se trata de transformar la cultura desde los valores del Evangelio.
“Todo lo que hagamos por la célula básica de la sociedad —la familia— redundará en bien humano y a todos los niveles”, afirmó, e insistió en que se necesita un testimonio valiente, comprometido y coherente por parte de quienes trabajan por el bien común, especialmente en un entorno marcado por la desinformación, el individualismo y la post-verdad.
La propuesta del humanismo cristiano
Uno de los ejes principales del mensaje fue la reivindicación del humanismo cristiano católico como propuesta viva, profunda y transformadora. Monseñor Castro lamentó que esta visión no haya sido suficientemente conocida ni asumida con seriedad, incluso entre quienes afirman inspirarse en la Doctrina Social de la Iglesia. La propuesta, afirmó, no es una teoría abstracta, sino una manera de vivir, pensar y actuar desde la dignidad de la persona humana, en comunidad, con justicia y solidaridad.
El humanismo cristiano, añadió, no sólo interpela las estructuras económicas o políticas, sino también las formas de relación, el sentido del progreso y los fines últimos de la vida humana. Para que sus frutos sean visibles, es necesario que quienes lo promuevan realicen también una purificación de intenciones, métodos y prioridades.
Una mirada crítica a la crisis contemporánea
Monseñor Castro ofreció también un análisis agudo sobre el cambio de época en curso. Denunció la crisis antropológica y socioambiental que afecta a las familias, y el avance de un modelo de desarrollo centrado exclusivamente en la producción, el comercio y el consumo, que deja a su paso una estela de “descartables”: niños, ancianos, migrantes, indígenas, y todos aquellos que no encajan en los criterios de eficiencia del sistema.
Este diagnóstico, señaló, ya ha sido ampliamente abordado por los papas desde León XIII hasta Francisco. No obstante, aún persiste una brecha entre las enseñanzas del Magisterio y las prácticas reales tanto dentro como fuera de la Iglesia. Muchas veces, advirtió, se utilizan los principios de la Doctrina Social sólo como adornos retóricos, sin un verdadero compromiso con su puesta en práctica.
Una invitación al liderazgo transformador
En este escenario, Monseñor Castro hizo un llamado claro a Red Familia, y a los líderes presentes, para que se logre un liderazgo cooperativo, capaz de generar procesos de renovación cultural, educativa, política y espiritual. Invitó a sus miembros a ser agentes de discernimiento realista, purificación profunda y reforma auténtica, comenzando por la conversión personal y la coherencia de vida.
Afirmó que este es el tiempo propicio para dejar atrás “torres de Babel” construidas desde el ego o el poder, y abrir paso al diálogo, a la escucha y al encuentro desde el Evangelio. “Cristo no es una idea ni un objeto de culto. Es una persona viva que actúa en la historia a través de quienes se dejan transformar por Él”, concluyó.
Así lo dijo
Todo lo que hagamos por la célula básica de la sociedad —la familia— redundará en bien humano y a todos los niveles. Se necesita un testimonio valiente, comprometido y coherente por parte de quienes trabajan por el bien común, especialmente en un entorno marcado por la desinformación, el individualismo y la post-verdad”.
Mons. Ramón Castro
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 6 de julio de 2025 No. 1565