Por P. Joaquín Antonio Peñalosa
Mucho se ha escrito ya en diversos idiomas, y seguirá escribiéndose, sobre la encíclica llamada -por sus primeras palabras- Solicitud por los asuntos sociales que Juan Pablo II publicó el pasado 25 de enero y en la que colaboraron sociólogos de diferentes países. Esta es su segunda encíclica social; la primera fue Laborem exercens de 1981 con el tema de las condiciones y valor del trabajo humano. Con estas ya son diez los grandes mensajes sociales que los pontífices han emitido, a lo largo de casi un siglo, a partir del que León XIII consagró a la defensa de los obreros en 1891.
Encíclica valiente y vigorosa, apremiante y desasosegadora, la que esta vez se ha despachado Juan Pablo II para conmemorar el vigésimo aniversario de la publicación de otra encíclica no menos enérgica y valiosa, la Populorum progressio de Pablo VI, de 1967. Pero es claro que Juan Pablo II no se queda en el recuerdo y en el homenaje, sino que aborda los nuevos problemas del hombre de hoy. ¿Cuáles son las novedades de esta encíclica, cuya lectura reflexiva interesa a creyentes e increyentes?
❶. El análisis y la crítica del capitalismo liberal y del colectivismo marxista, los dos bloques que se disputan el mundo y están en contraposición política, económica, ideológica y militar y que están necesitados de una corrección radical y una puesta al día de cara a un verdadero desarrollo común a todos. La Iglesia no se identifica con ninguno de estos dos modelos de desarrollo, por ser ambos materialistas y no responder plenamente a las aspiraciones profundas del hombre.
❷. El derecho de iniciativa económica, nulificado o limitado en nombre de una pretendida igualdad de todos, cuando en realidad los reduce a una nivelación descendente y a una pasiva dependencia del aparato burocrático.
❸. La deuda internacional, cualquiera que haya sido su origen, se ha convertido no solo en freno sino hasta en acentuación del subdesarrollo.
❹. La aparición de un cuarto mundo formado por los pobres y desempleados de los países industrializados, porque ni siquiera ahí el desarrollo ha sido para todos. Hay pocos que tienen mucho y muchos que tienen poco. Los pobres, lejos de disminuir, aumentan.
❺. La condena de la producción y el tráfico de armas. La guerra es el enemigo del desarrollo. La paz es de todos o de ninguno.
❻. La condena del terrorismo, entendido como propósito de matar y crear un clima de inseguridad, nunca es justificable en ninguna de sus formas.
❼. El intercambio de tecnología y la reforma del sistema monetario y financiero mundial.
❽. El interés ecológico: toda la tierra es para todos. Deber de cuidar y saber usar la naturaleza.
❾. El concepto de desarrollo no debe reducirse a su dimensión económica prescindiendo de su ámbito ético, cultural y religioso.
❿. Llamado a los ministros y miembros de la Iglesia a prescindir no solo de los superfluo, sino aun de los necesario en bien de los pobres.
“El mundo huele a cáncer y gangrena”, ha dicho el prestigioso sociólogo R. Dahrendorf. Por eso esta encíclica es una sacudida a los apáticos y egoístas, a los instalados en su casa de oro y torre de marfil. Pese a los graves problemas de la hora, Juan Pablo II parece esperar un milagro que consistiría en nuestra conversión a la solidaridad y a la opción preferencial por los pobres.
Artículo publicado en El Sol de México, 29 de marzo de 1988; El Sol de San Luis, 9 de abril de 1988.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 29 de junio de 2025 No. 1564