La semana pasada el Consejo de Presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) tuvo ocasión de entrevistarse con el Papa León XIV. Le hemos pedido al presidente de la CEM y obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro que compartiera con nuestros lectores el resultado de ese encuentro, vital para comprender la visión del Papa sobre nuestro país.
Queridos hermanos y hermanas:
Con profunda gratitud y esperanza renovada, deseo compartir con ustedes las impresiones de nuestro reciente encuentro con el Santo Padre, quien nos recibió con esa mirada de ternura y cercanía que lo caracteriza, tal como se refleja en su libro–entrevista «Ciudadano del mundo y misionero universal», donde queda patente su corazón de pastor universal atento a cada realidad particular.
El Papa nos habló con un tono cercano, atento y reflexivo, constatando con nosotros la complejidad del mundo actual que enfrentamos como pastores: la ausencia de paz en tantos rincones, el creciente agnosticismo, y los múltiples desafíos que interpelan nuestra misión evangelizadora. Sin embargo, su palabra no fue de desaliento sino de esperanza fundada en la unidad.
Su mensaje central para la Iglesia que peregrina en México fue claro y contundente: «Mantengan una Iglesia unida». Esta exhortación resonó con fuerza particular cuando nos pidió “caminar juntos en los desafíos que vivimos en México”. El Santo Padre comprende que la unidad del episcopado mexicano no es solo una cuestión organizativa, sino que somos signo y sacramento de una Iglesia preparada para afrontar las realidades complejas de nuestro tiempo.
Lo que más nos conmovió fue su extraordinaria capacidad de escucha. Con paciencia y empatía genuina, el Papa nos prestó atención mientras le compartíamos las diversas realidades de México: la situación de nuestros sacerdotes y obispos, los retos de la vida consagrada, las dificultades económicas y sociales que enfrentan nuestras familias tales como la inseguridad y la migración, las esperanzas y búsquedas de nuestros jóvenes. Escuchó todo con el corazón abierto de un padre que comprende y acompaña.
Y coronando nuestro encuentro, el Santo Padre evocó con especial cariño a la Virgen de Guadalupe, reconociendo que en «Santa María de Guadalupe late en el corazón de todos los mexicanos». En estas palabras reconocemos no solo su conocimiento de nuestra realidad, sino su profundo amor por nuestro pueblo y su devoción mariana que nos une como Iglesia latinoamericana.
Para concluir nuestra visita, tuvimos el gozo de obsequiar al Papa León XIV un poncho a modo de Tilma con la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, para que la lleve consigo especialmente en tiempos de frío, como signo de la calidez del amor guadalupano. Asimismo, le entregamos una réplica de la Tilma de San Juan Diego que porta tres elementos significativos: la imagen de la Virgen de Guadalupe, el escudo pontificio del Papa León XIV para que la Morenita del Tepeyac interceda en su ministerio petrino, y el logo de la novena guadalupana como recordatorio de que somos un pueblo que se prepara con alegría para el V Centenario de las apariciones del acontecimiento y milagro guadalupano. Esta sagrada réplica fue tocada por el Sagrado Original en el Tepeyac, llevando así un pedazo del corazón de México al corazón de la Iglesia universal.
De igual manera, llevamos otra tilma que recibió la bendición del Santo Padre León XIV, la cual peregrinará como Virgen Peregrina por todo México, animando pastoralmente con una Tilma, un corazón a nuestro pueblo con la cercanía espiritual del Papa mientras nos preparamos para esta gran celebración con la Novena Intercontinental Guadalupana. Este gesto del Santo Padre nos confirma en la certeza de que Guadalupe sigue siendo puente de unidad y evangelización para toda la Iglesia.
Hermanos, el llamado es claro: fortalecer nuestra unidad episcopal como testimonio vivo de comunión eclesial. En estos tiempos complejos, nuestra cohesión no es opcional sino esencial para ser verdaderos pastores según el corazón de Cristo. Que la Virgen de Guadalupe, Estrella de la Evangelización, nos ayude a mantener esta unidad que el Santo Padre el Papa León XIV nos ha pedido con tanta insistencia y cariño.
Unidos en la oración y en la misión.
Roma, Italia, a 18 de septiembre de 2025
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 28 de septiembre de 2025 No. 1577