El Obispo de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, Felipe Arizmendi, dijo regresar muy contento de la Visita Ad limina al Papa Francisco porque «ya podré de nuevo ordenar diáconos permanentes, tan necesarios para la evangelización integral», y porque «vamos adelante en el proyecto de ser una Iglesia autóctona, liberadora, evangelizadora, servidora, en comunión y bajo la guía del Espíritu, siempre en fidelidad al Concilio Vaticano II, con Pedro y bajo Pedro».

El fin de semana pasado el Cardenal Antonio Cañizares Llovera, prefecto de  la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, entregó una carta que autoriza al obispo de San Cristóbal de Las Casas ordenar nuevamente diáconos permanentes en aquella diócesis del sureste mexicano, luego de 14 años de «oraciones, diálogos, sufrimientos, esperas, insistencias y trabajos pastorales».

Catorce años de espera

Ante la escasez de vocaciones sacerdotales, los diáconos son una buena opción para la Iglesia católica, ya que pueden celebrar matrimonios, bautizos, proclamar el Evangelio, presidir exequias, pero no están autorizados a perdonar pecados o consagrar. Los diáconos no son sacerdotes y pueden ser hombres casados o solteros; estos últimos se comprometen al celibato. El Concilio Vaticano II restauró el ministerio del diaconado en la Iglesia católica.

El obispo Arizmendi recordó que el año 2000 quedó prohibido para la diócesis de San Cristóbal ordenar más diáconos permanentes, «porque había serias desconfianzas por el gran número de ellos, en comparación con el relativamente escaso número de sacerdotes. Se temía que tener muchos diáconos y pocos sacerdotes no correspondería a una eclesiología más integral, como lo propone el Concilio Vaticano II».

El prelado también señaló que en ese entonces había el temor de que algunos de esos diáconos permanentes fueran ordenados presbíteros casados, y comentó que estos puntos han sido aclarados, además de que ha habido un progresivo aumento de vocaciones sacerdotales en la diócesis.

Arizmendi sostuvo un encuentro con el Papa Francisco en diciembre pasado, donde le planteó la necesidad de ordenar diáconos en su diócesis, entre otros puntos, como nombrar al obispo auxiliar de San Cristóbal de las Casas, Enrique Díaz Díaz, como coadjutor, y declarar el idioma náhuatl como lengua litúrgica.

Don Felipe sostiene que la diócesis requiere de la ordenación de un poco más de 100 diáconos para atender a una circunscripción religiosa en la que más de 75 por ciento son pueblos originarios; y en ella habitan cerca de 500 mil tzeltales, 350 mil tzotziles, 150 mil choles, 55 mil tojolabales y 25 mil zoques, además de pequeños grupos de kanjobales, quekchíes, mames y mochós.

Monseñor Arizmendi Esquivel comentó que junto con esta medida de ordenar nuevos diáconos permanentes, la diócesis viene trabajando fuertemente en la promoción vocacional, y señaló que en el presente curso formativo hay «19 seminaristas en teología, 20 en filosofía, 19 en el curso introductorio y ocho en el seminario menor. Esperamos fortalecer esta pastoral vocacional, también para la vida consagrada y el laicado, pues el diaconado y el presbiterado no se excluyen, sino que se complementan».

Según el Anuario Pontificio 2013 en el mundo existen más de 40 mil diáconos permanentes, la mayoría de ellos en América del Norte y Europa (el 97.4 % del total); en tanto que en México hay unos 800, de los cuales el mayor número son de San Cristóbal de las Casas (340) y de la Arquidiócesis de México, con 141.

 

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