Su paso «normal» de adolescente a joven se vio interrumpido por un derrame cerebral,  pero, contrario a lo que muchos pensarían, ella lo ve como lo mejor que le ha pasado en la vida y reconoce en su mejoría el poder de la oración

 

 

Cuánto cuesta, a veces, creerle a la oración. En medio de nuestro tiempo tan horizontal, tan materialista, tan controlador. Pero cuando ocurren los milagros….entonces todo cambia. Uno se emociona. Es como despertar de un sueño. ÉL existe. Él es más grande, más cierto, más real que todo lo que veo, toco, mido… Más que los pronósticos médicos, más que los cálculos humanos, más que las posibilidades de la razón… La razón no es todo, no puede abarcarlo todo. Todo. La razón no tiene la última palabra sobre todo. Dios se manifiesta siempre, la mayoría de veces en modo sutil (requiere un esfuerzo encontrar su sintonía), pero otras tantas de modo estrepitoso. Esto es el milagro: una manifestación portentosa, estrepitosa del Misterio. Y nos conmueve.

La historia de Antonia puede sorprender a propios y extraños. Ella llegó al hospital porque tenía un fuerte dolor de cabeza, no podía caminar, ni hablar; sufrió un derrame cerebral.

Los pronósticos médicos no eran alentadores, pero el poder de la oración y la voluntad, que no tienen mucha cabida en la ciencia, hicieron de lo imposible algo posible. Esta es la historia de Antonia.

Antonia: «Yo soy Antonia Cabrera y tengo 16 años. Cuanto yo tenía quince años yo era una colegiala común y me dio un derrame cerebral; los doctores no tenían mayor esperanza de que yo podría vivir».

Su madre: «El día anterior fuimos a una venta; a la Antonia le dolía un poco la cabeza, pero a la mañana siguiente mi otra hija me dijo: mamá, mamá, la Antonia se siente mal. La voy a ver y le costaba moverse, le costaba hablar. Llegamos a la clínica, le hicieron un examen y fue empeorando, la durmieron y entró en coma; de ahí fueron dos semanas completas».

Continúa Antonia: «Cuando desperté no sabía si creer eso, hay cosas que ahí encerrada no supe; cuando empecé a ver más el mundo yo había salido en el diario, en las noticias y todo el mundo estaba enterado de mi caso. Mis pronósticos eran: o morir, o, si tenía buena suerte, quedar vegetal. Mi vida, tengo que asumirlo, nunca va a volver a ser la misma; me preguntan que qué es lo mejor y lo peor de mi vida y yo digo: que es mi enfermedad, mi derrame. He aprendido tanto y eso es un regalo precioso. Algunos pueden pensar que tuve mala suerte, pero yo digo que no, yo podría quedar sin hablar, sin caminar, en pañales, sin respirar, pero la buena suerte tampoco cae de la nada, por algo tuve buena suerte y es porque mucha gente ha rezado por mí, este es el pray que postearon por mí (en la red social May Feelings):

 

Por Antonia Cabrera que se encuentra internada en la  UTI porque le vino un derrame cerebral; la hemorragia no ha parado durante tres días. Doctores no ven la cura absoluta. Se piden rezos por sus familiares y su salvación. LOS MILAGROS EXISTEN!

 

«Acá se ve claramente, porque acá estoy y yo soy Antonia Cabrera y los doctores no veían mi cura, y no porque me lo digan los doctores, porque los doctores siempre me han dicho lo peor de lo peor y yo siempre he superado eso; si me dicen no vas a caminar, yo camino, cuando me piden diez ejercicios en ves de hacer diez hay que hacer once. Siempre hay que hacer más de lo que te pidan, porque a mí cada cosa que hace la gente, a mí me cuesta más, cada movimiento yo lo valoro más. Quién ha dicho que no se puede ser feliz».

No sé quién es Bernardita, que es la que puso el pray por mí, pero, gracias, Bernardita; no la conozco pero tuvo una intención muy bonita, que aunque no me conociera, ella quiso que yo me mejorara y puso a mucha gente a rezar por mí»

«Yo quiero dar las gracias por todo lo que han rezado por mí; su oración no ha sido en vano; aquí estoy dando las gracias por haber rezado por mí, no dejen de rezar, no se cansen; me ha servido más de lo que creen».

 

Redacción

 

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