Por P. Justo López Melús

ALIVIO DE CAMINANTES

Un famoso escritor visitó un monasterio. Tenía un hermoso claustro al que daban todas las celdas. Todas las puertas eran iguales, solo se distinguían por el nombre de un santo en el dintel. Le asignaron una de estas celdas. Como no podía dormirse salió al claustro a pasear. Era una noche cerrada, y cuando se cansó, no podía distinguir su puerta. Por no despertar a los monjes, siguió paseando. Decenas de veces pasó por su puerta sin distinguirla. Solo con la luz del amanecer la encontró.

Así sucede con la verdad. Encerrados en la noche de la confusión, cuesta mucho encontrar la puerta de la verdad. Solo la luz de Cristo nos permitirá distinguir la verdad de tantas y tantas puertas parecidas, pero falsas. No está lejos la verdad. Pasamos con frecuencia ante ella. Solo la luz de Cristo nos ayudará a encontrarla. “¿Tu verdad? / No, la verdad. / Y ven conmigo a buscarla. / La tuya guárdatela”.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 28 de mayo de 2023 No. 1455

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