Por Juan Gaitán / Fraternidad Operarios Diocesanos

“El nuevo Papa: ¡Un argentino conservador!” Recuerdo haber escuchado estas palabras en la radio una hora después de que se anunciara la elección de quien sería el sucesor de Benedicto XVI. Explicaba la locutora: Jorge Mario Bergoglio, como cardenal, se mostró siempre en contra del aborto: ¡es un argentino conservador!

La elección de un nuevo Obispo de Roma era tan importante que todo noticiero debía comentar el suceso, ¡aunque no se supiera siquiera que ningún cardenal respalda la práctica del aborto!

Recientemente, se publicó una entrevista concedida por el papa Francisco al director de la revista La Civiltà Cattolica. Se trata de un mensaje de larga extensión dirigido en buena medida a la Compañía de Jesús. En éste, Francisco afirma: “No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos…” El Papa plantea que las normas morales surgirán después de un verdadero proceso de evangelización. Que El Anuncio venga primero, y la propuesta moral se asumirá en consecuencia. Sin embargo, a raíz de este comentario del pontífice –que no constituye el tema central de la entrevista–, los periódicos han dado rienda suelta a sus notas y sus llamativos titulares que venden la figura del “Papa reformador”, “revolucionario”.

Y es que es verdad que ser cristiano implica ser revolucionario (hacer lío en palabras de Francisco). ¡Cuánto más ha de serlo el Obispo de Roma! Pero esta palabra, “revolucionario”, recibe tantas interpretaciones como medios de comunicación existen.

La naturalidad de Francisco

Francisco es un hombre que se mueve y habla con libertad, con naturalidad, sin enrollarse en las formas. Alcanzo a reconocer que esto suscita, entre otras, dos tipos de actitudes polarizadas:

Por un lado, están los medios de comunicación más o menos informados que toman un par de frases descontextualizadas para hacer noticia lo que en el Magisterio está más que dicho; o bien, para poner en boca del Papa ideas que él nunca sostuvo. Por otro lado, los fieles que ante las declaraciones de Francisco respecto a temas morales complejos se escandalizan, titubean, buscan notas en periódicos católicos que se titulen “Lo que en verdad el Papa quiso decir…”

No hay que tener miedo de esta naturalidad. El cristiano debe ser una persona auténtica, debe vivir actitudes que lo lleven a caminar en la misma dirección existencial de Cristo. Y la Palabra de Dios siempre está como criterio. Por ejemplo, si reflexionamos a la luz de la Palabra el hecho de recibir o no a las parejas homosexuales en la actividad pastoral de la Iglesia, ¿no llegaríamos a las mismas conclusiones que Francisco? ¡Acoger con caridad! ¡Mirar con ojos compasivos!

El modelo de esta autenticidad es Jesucristo, quien “manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación” (GS, 22). Confiemos en la naturalidad de Francisco, en la autenticidad de su discurso y de su testimonio, sabiendo que él es, según sus propias palabras, “un pecador en quien el Señor ha puesto los ojos”; y antes de caer en desconcierto porque escuchemos que él es “un argentino conservador” o un “Papa reformador”, informémonos con valentía y reflexionemos estos temas a la luz de la Palabra para llegar siempre a actitudes que muestren al prójimo el rostro misericordioso de Dios.

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