En la Unción de los enfermos es el mismo Jesús  quien nos ofrece consuelo, «nos toma de la mano, nos acaricia, como hacía con los enfermos, y nos recuerda que le pertenecemos a quien ni el mal ni la muerte podrá separarnos de Él», dijo el Papa Francisco en la catequesis dedicada a este sacramento durante la Audiencia General de este miércoles.

El Papa señaló que la Unción de los enfermos nos permite tocar con la mano la compasión de Dios por el hombre, y recordó que «en el pasado se le llamaba “Extrema unción”, porque se entendía como el consuelo espiritual previo a la muerte. Hablar, sin embargo, de la “Unción de los enfermos” nos ayuda a ampliar la mirada a la experiencia de la enfermedad y del sufrimiento, en el horizonte de la misericordia de Dios».

Después habló de la imagen bíblica del «buen samaritano» que expresa con toda su profundidad el misterio que surge de la Unción de los enfermos. «Cada vez que celebramos este Sacramento, el Señor Jesús, en la persona del sacerdote, se acerca a quien sufre o está gravemente enfermo, o anciano». Resaltó el símbolo del aceite y el vino relatados en la parábola: «El vino es signo del amor y de la gracia de Cristo que surgen de la donación de su vida por nosotros y que se expresa en toda su riqueza en la vida sacramental de la Iglesia».

El Santo Padre identificó al posadero de la parábola con la Iglesia, «la comunidad cristiana, somos nosotros, a los que todos los días Jesús confía a los que están afligidos en el cuerpo y en el espíritu, para que podamos continuar vertiendo en ellos, sin medida, toda su misericordia y  su salvación».

Francisco señaló que ante la Unción « no debe hacernos caer en la búsqueda obsesiva del milagro en la presunción de poder obtener siempre y en todo lugar la curación. Sino que es la seguridad de la cercanía de Jesús al enfermo y al anciano».

El Papa exhortó a los sacerdotes a estar dispuestos a llevar la Unción a los enfermos; y a los familiares de los enfermos y ancianos mayores de 65 años les dijo que en ese trance no dejen de llamar al presbítero: «Llamadlos para que les den la unción y los bendiga. Porque es Jesús quien llega para aliviarlos, para darles fuerzas, para darles esperanza, para ayudarles y para perdonarles los pecados»

«Es bello saber que en el momento del dolor y de la enfermedad nosotros no estamos solos. El sacerdote y los que están presentes mientras se realiza la Unción de enfermos representan a toda la comunidad cristiana que como un único Cuerpo con Jesús rodea a todo el que sufre y a sus familiares, alimentando en ellos la fe y la esperanza, sosteniéndolos con la oración y con el calor fraterno».

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