Por Felipe de J. Monroy, Director Vida Nueva México |

Benjamin Franklin decía que cualquier cosa que comienza con odio termina en vergüenza, y eso coloca en retrospectiva mucha de la ignominia que se ha mostrado y difundido en los medios de comunicación en recientes fechas: todo parece estar puesto para confrontar bandos, partidos, posturas, creencias y razones. La presentación de los acontecimientos es un ping-pong interminable en el que se invita a permanecer en un lado, instigando al opuesto y devolviendo -en cada ocasión con más rabia- los argumentos de nuestra particular opción.

Los que nos dedicamos al periodismo y en general todos quienes participamos de la producción cultural sabemos que nuestras audiencias no nos eligen para confrontar su pensamiento, ni para abrirse a nuevas expresiones, nuevas ideas o diferentes estilos de nombrar a la realidad; quienes prefieren un medio en lugar de otro en el fondo esperan certeza, ratificación, reafirmación e identificación de un razonamiento aceptable que nos auxilie en el debate cotidiano en las mismas convicciones por las que nosotros mismos nos hemos persuadido por luchar.

Hasta aquí todo parece inalterable o fatídico; sin embargo, en el interior de esta actitud late el corazón de una pasión divisoria y la tentación de esperar el arribo del amor en lugar de salir a buscarlo. John Henry Newman ofrece un camino diferente: “Vivir es cambiar, y ser perfecto es haber cambiado muchas veces”. Las fronteras dibujadas entre el hombre y su misterio deben transitarse, no solo señalarse desde detrás del refugio.

En todo espacio público y privado parece que prevalece el conflicto, que hay posturas irreconciliables y que las consecuencias de la libertad parten de la confrontación. Nada más absurdo. Y, sin embargo, ya sea el tema de la familia, el matrimonio, la vida, la política, la justicia, la religión, la cultura, la economía y, evidentemente, el deporte, el odio y las pasiones de la camiseta suelen ser el centro de interés para la reflexión y la acción social.

Hay, sin embargo, una tercera vía, una opción conciliadora, la propuesta que logra hacer prevalecer la unidad frente al conflicto, donde el tiempo es mucho más grande que el espacio, para la cual la realidad es más importante que las ideas pues tiene intención de buscar que el todo sea mayor a la suma de las partes. Son cuatro estrategias que operan en medio de las tensiones bipolares, “cuatro principios que orientan específicamente el desarrollo de la convivencia social y la construcción de un pueblo donde las diferencias se armonicen en un proyecto común”, como manifiesta Francisco en Evangelii Gaudium.

“Tomemos las cosas como las encontramos, no intentemos distorsionarlas. No podemos crear hechos, todos nuestros deseos no pueden cambiarlos. Así debemos aprovecharlos”, prosigue Newman. Más que el rechazo de la realidad, las situaciones adversas al hombre requieren una aceptación creativa, propositiva y promotora de hermandad antes de que nos avergoncemos de nuestras acciones.

 

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