El Observador |

Me encanta san Francisco de Asís. Creo que entre los jóvenes goza de buena popularidad. Sobre todo porque encarna los ideales siempre presentes en la etapa de la juventud: la alegría, la camaradería, los sueños nobles y grandes…

Por eso me entusiasmé cuando me encontré una entrevista que le hicieron a fray José Rodríguez Carballo, que antes fue Ministro General de los franciscanos y hoy es secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

Le preguntaron si a él le preocupa la brecha, la “enorme distancia” que hay entre la Iglesia y la juventud actual.  Respondió que, como quiera que sea, ese alejamiento es de preocupar. Y, contrario a lo que muchos adultos dicen acerca de que a los jóvenes no les interesa la Iglesia porque “ya no tienen valores”, el ministro franciscano señaló que “no siempre la culpa es de los jóvenes”.

Cambiar de actitud hacia los jóvenes

“Nosotros tenemos que cambiar actitudes hacia ellos, saber escucharles, hablar un lenguaje que sea comprensible para ellos. Tenemos que asumir una autocrítica fuerte en nuestro acercamiento”. Me imagino que se refería a los adultos, a los sacerdotes, o a los “que sí están cerquita” de la Iglesia.

Supongo que él, fray José, como viaja frecuentemente, se ha de dar cuenta de que muchos jóvenes están en búsqueda, como san Francisco en sus años mozos, y a lo mejor con mayor afán que en otros tiempos; ha de percibir que tarde o temprano los muchachos y muchachas cae en la cuenta de que lo que están viviendo no es una fuente de felicidad.

Esto que dijo el franciscano me gustó: “El problema es que como Iglesia seguimos hablando un lenguaje que no entienden y poniendo el acento en lo negativo. Si pretendemos una nueva evangelización, tiene que serlo también en los lenguajes”.

Cuando leí eso me puse de pie y le di un aplauso. ¡Hasta que alguien lo entendió! Espero que mi párroco se ponga las pilas y deje de ver en nosotros sólo lo negativo y nos ayude a encontrar a un Cristo más cercano a nuestra realidad. (Esto lo pensé en voz alta).

Exigencias radicales

Aquí les dejo unas palabras, fueron las que más me movieron, porque creo que contribuyen a erradicar el mito de que los jóvenes, en los grupos juveniles, sólo buscan “pasar el rato” y por eso muchos coordinadores y asesores de grupos siguen ofreciendo sólo cosas “que nos hagan sentir bonito”:

“Hay distancia entre la doctrina de la Iglesia y los valores que vive la juventud, pero yo creo que cuando al joven se le proponen exigencias radicales, como pueden ser las del Evangelio, a las cuales no podemos renunciar porque sería traicionar su mensaje, la juventud responde. El problema es que nosotros a veces tenemos un concepto tan bajo de la juventud que parece que no creemos en ella”.

 

 

 

 

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