Por Antonio Maza Pereda | Red de comunicadores católicos |
Dentro de la reforma de las telecomunicaciones, se proponen dos nuevas empresas nacionales de televisión abierta y una más de televisión pública. ¿Qué consecuencias podrá tener esta apertura para esta industria y para la ciudadanía?
A mi parecer, nadie ha comentado un hecho fundamental. La televisión abierta vive de la publicidad que logra colocar en sus espacios. Esta publicidad es más valiosa al aumentar la audiencia o rating de los distintos programas. Al duplicarse el tiempo disponible para las transmisiones hay dos efectos muy importantes: se reduce la audiencia para cada canal en cada hora dada y se reparten los presupuestos publicitarios entre más opciones. Permítame empezar por esto último.
Las grandes compañías que son los usuarios de los servicios de la televisión abierta tienen asignado un presupuesto para la promoción en proporción a sus ventas. En concreto, se dedica un porcentaje determinado de sus ingresos a los gastos publicitarios. Al haber más opciones para exponer sus mensajes, tendrán que repartir su presupuesto de una manera diferente.
No es de creerse que por haber el doble de opciones, las empresas refresqueras, panaderas, jaboneras y similares, aumenten al doble su presupuesto publicitario. Indudablemente tendrán que repartirlo entre las diferentes opciones, con lo cual la demanda para cada compañía televisora se reducirá. Por otro lado, el costo-beneficio de sus mensajes está relacionado directamente con el rating de los programas. Al repartirse la audiencia entre más opciones, ese tiempo publicitario será menos valioso para ellos. Lo predecible es que habrá una reducción del tiempo que adquieran en cada compañía y una presión para pagar menos por ello.
La televisión gubernamental, sostenida con los fondos que proporcionamos los contribuyentes, no tendrá este problema. Pero, probablemente, tendrá que asignar alguna porción de la recaudación para sostener esa nueva televisora. Vía impuestos o reducción de inversión en otros rubros.
¿Cuáles podrían ser las consecuencias para las televisoras? Una posibilidad, es que reduzcan los precios de sus tiempos comerciales. Esto, por supuesto, podría hacer que las grandes empresas adquieran más tiempo publicitario del que ahora compran o, posiblemente, las televisoras pondrán el precio del tiempo publicitario al alcance de empresas que, actualmente, por su tamaño y por el alto costo de la publicidad, no tienen acceso a ese tipo de promoción. Un impulso para la democratización de la economía. Pero no ocurrirá rápidamente. También es posible, y ojalá no se dé, que ocurra una guerra de precios con lo cual, muy probablemente, todas estas empresas se debiliten.
Un tema diferente es el de los contenidos. Con el doble de tiempo de trasmisiones, habrá que crear nuevos contenidos televisivos, nuevos noticieros, nuevos programas de comentario, nuevas telenovelas, etc. ¿De dónde va a salir los autores, conductores, analistas, camarógrafos, editores, que puedan llevar a cabo estas actividades? Algunos habrá, pero no es de creerse que haya un número igual al del personal que ahora estas compañías emplean. Sin duda alguna esto encarecerá el costo del personal. Veremos movimientos entre compañías, personal empleado de la radio que pasará a la televisión, y muchos otros movimientos parecidos.
Esto, sin duda, es una gran oportunidad para comunicadores que actualmente no encuentran acomodo en las grandes cadenas. Y, ojalá, esto podría traer una mayor pluralidad en las opiniones publicadas y en los contenidos de la televisión. Una excelente consecuencia sería una renovación de estos medios, ya muy acartonados y donde se oyen pocos conceptos e ideas frescas, donde no se les da cabida a opiniones diferentes de las que actualmente se dan al público.
Sin duda, es una situación muy interesante. ¿Estarán los actuales medios a la altura de estas circunstancias? ¿Estarán los distintos grupos de comunicadores que hoy no tienen cabida en estos medios, preparados para aprovechar estas oportunidades? ¿Habrá la voluntad política para permitir una mayor pluralidad gracias a las oportunidades que da esta apertura? ¿Estarán los medios actuales dispuestos a ceder las grandes cuotas de poder de que actualmente disfrutan?
Son muchas interrogantes para las cuales todavía no hay una buena respuesta. Pero las oportunidades están ahí. No hay que dejarlas pasar.