Por Gilberto Hernández García |

Este domingo 26 de abril se han cumplido 17 años del asesinato de Monseñor Juan José Gerardi Conedera, quien fuera obispo auxiliar de Guatemala, dos días después de denunciar las atrocidades cometidas contra la población durante la guerra civil.

Monseñor Gerardi, fue responsable de la Oficina de los Derechos Humanos del Arzobispado, por tanto encargado del proyecto de “Recuperación de la Memoria histórica: Guatemala Nunca Más», donde se recabaron testimonios y documentación para llegar a la verdad sobre los crimines cometidos durante la guerra civil, que duró 36 años, en la que fueron asesinados unos 250 mil guatemaltecos, de los cuales 45.000 fueron desaparecidos.

Según el informe, el 90 por ciento de los crímenes  fue cometido por las fuerzas militares o el Estado. A estos se les atribuye la mayor parte de los crímenes cometidos del 1960 al 1996, donde nueve de cada diez víctimas eran civiles desarmados o indígenas.

Vida entregada en la defensa de los pobres

Juan José Gerardi, ordenado sacerdote en 1946, sirvió en varias áreas rurales de Guatemala. En 1967 fue electo obispo de la diócesis de Verapaz, lugar marcado por la pobreza y la exclusión social de los indígenas. En la década de los 70 y a pesar de la entonces progresiva guerra civil, fue uno de los más acérrimos defensores del reconocimiento oficial de los idiomas mayas de Guatemala.

Más tarde, en compañía de los padres benedictinos, creó el Centro San Benito de Promoción Humana, que condujo a la transformación de muchos campesinos e indígenas en líderes de sus comunidades. El obispo fue trasladado en 1974 a la diócesis de El Quiché, pero continuó trabajando como administrador apostólico de Verapaz.

En los primeros años de la década de los 80, El Quiché vio índices de violencia acentuados en la beligerancia entre el ejército de Guatemala y varios grupos armados de la subversión, registrándose crímenes masivos que incluso, se determinarían en años posteriores como genocidio. Cientos de catequistas católicos y dirigentes cristianos de pueblos y aldeas fueron brutalmente asesinados.

Gerardi exigió repetidamente a las fuerzas militares que controlaran sus acciones, y sobre todo, que cesaran los actos de represión y crímenes en contra de la población civil. Su protesta se extremó tras una matanza de indígenas que los militares cometieron en Alta Verapaz.

Debido a su labor de defensa de derechos humanos y su denuncia profética llegó a recibir múltiples amenazas de muerte y atentados contra su vida. Ante la gravedad de las amenazas y los asesinatos de sacerdotes en la zona, decidió trasladarse a la ciudad de Guatemala, llegándose a considerar la clausura temporal de la diócesis.

En 1980, monseñor Juan Gerardi fue llamado al Vaticano para asistir a un sínodo. A su regreso, se le prohibió el ingreso al país, por lo que viaja a San Salvador, en donde no halló asilo, y finalmente a Costa Rica, desde donde, exiliado, siguió siendo el presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala.

Tras el derrocamiento del presidente Lucas García por un golpe de Estado en 1982, Gerardi pudo regresar a Guatemala. En 1984, se le nombró obispo auxiliar de la arquidiócesis de Guatemala y párroco de San Sebastián en la ciudad de Guatemala.

En 1988, la Conferencia Episcopal de Guatemala nombró a  Gerardi, junto con monseñor Rodolfo Quezada Toruño, para participar en la Comisión Nacional de Reconciliación. Ello llevaría a la creación de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG), para ocuparse de las víctimas del terrorismo de Estado y de cualquier violación a los Derechos Humanos.

Gerardi inició el proyecto interdiocesano Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI), que dirigió personal y comprometidamente, con intención de registrar por medio de testimonios y documentación la historia reciente de Guatemala, argumentando así que conocer la verdad sobre los crímenes cometidos por el Estado durante la dictadura debía ser indispensable para la paz social en el país.

El día 24 de abril de 1998, fue presentado el documento intitulado «Guatemala: Nunca más». Gerardi diría: «Entre las expectativas y nuestro compromiso también se encuentra la devolución de la memoria. El trabajo de búsqueda de la verdad no termina aquí, tiene que regresar a donde nació y apoyar mediante la producción de materiales, ceremonias, monumentos, etcétera, el papel de la memoria como un instrumento de reconstrucción social».

Dos días después de la publicación del informe «Guatemala: Nunca más», en la noche del 26 de abril de 1998, el obispo guatemalteco Juan José Gerardi fue brutalmente asesinado a golpes en la cabeza, en el garage de la casa parroquial de San Sebastián.

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