Por Carlos Garfias Merlos, Arzobispo de Acapulco |
El entorno actual, los conflictos sociales, fenómenos como el crimen organizado, delitos como el secuestro, la extorsión, la corrupción y los asesinatos, son factores que poco a poco han ido marginando a la sociedad y han generado un estado de incertidumbre, rencor e intranquilidad. Los diversos escenarios en los que nos desarrollamos como comunidad no son fáciles, nos encontramos rodeados de situaciones que nos provocan miedos y temores, teniendo como resultado una sociedad enojada, descontenta y enemistada, ansiosa de venganza, lo que muchas veces genera chivos expiatorios que verdaderamente son condenados sin la certeza de haber sido los agresores.
Sin duda alguna, esta situación preocupante es un llamado a unir esfuerzos; este es el momento de comprometernos a iniciar un proceso sanador que nos permita perdonar y reconciliarnos con el prójimo y con nosotros mismos, pues sólo así podremos encontrar la paz que tanto anhelamos. No se trata pues de simplemente dejar pasar o de olvidar sino de iniciar en un proceso de perdón y reconciliación, de análisis y de participación en el que se encuentren las herramientas necesarias para lograr la convivencia pacífica entre los individuos y reconstruir el tejido social desde la familia y la comunidad.
El acompañamiento integral por parte de las instituciones y los organismos gubernamentales es fundamental para lograr este propósito. Desde la Iglesia seguimos emprendiendo acciones diversas como los Centros de Escucha, el apoyo y el acompañamiento a las víctimas de violencia, formas diferentes de promoción de diferentes procesos de paz.
Desde las diferentes organizaciones e instituciones se han propuesto diferentes iniciativas para lograr una verdadera reconciliación, en donde todos los que han resultado afectados tengan la posibilidad de reinsertarse en el proceso social a través de relaciones libres de violencia y rencor. Es pues una nueva oportunidad, un renacer, en donde teniendo siempre presente el pasado, se pueda construir nuevos cimientos para lograr el perdón legítimo y con ello, alcanzar la paz que todos anhelamos.
Sin la participación de todos los actores, es casi imposible que se consolide este objetivo. Hacemos un llamado a la integración de la sociedad en su conjunto, para sumar esfuerzos y consolidar este gran propósito.