Por Gilberto HERNÁNDEZ GARCÍA |

El pasado 4 de julio se han cumplido 40 años de la llamada «Masacre de San Patricio», ocurrida en la iglesia de San Patricio, ubicada en el barrio de Belgrano de la ciudad de Buenos Aires, Argentina, en la que fueron asesinados tres sacerdotes y dos seminaristas de la Sociedad del Apostolado Católico, mejor conocidos como padres palotinos (fundados por el sacerdote italiano Vicente Pallotti en 1835).

Los sacerdotes Alfredo «Alfie» Kelly (1933), Alfredo Leaden (1919) y Pedro Dufau (1908) y los seminaristas Salvador Barbeito (1951) y Emilio José Barletti (1952), fueron acribillados a mansalva en la madrugada del 4 de julio de 1976, en la parroquia San Patricio, en un crimen atribuido a grupos de tarea de la ESMA (Escuela Superior de Mecánica de la Armada, el más emblemático centro clandestino de detención), durante la dictadura militar. Los cuerpos fueron encontrados en medio de un charco de sangre, sobre una alfombra roja. Las manos del padre Dufau estaban atadas a la espalda.

Gracias a las diversas investigaciones que se han hecho a lo largo de los años, se ha establecido que cerca de la 1:00 a.m. de ese fatídico día, «tres jóvenes, Luis Pinasco, Guillermo Silva y Julio Víctor Martínez, vieron cómo dos automóviles estacionaban frente a la iglesia de San Patricio. Como Martínez era hijo de un militar y pensó que podría tratarse de un atentado contra su padre, fue a la Comisaría Nº 37 para hacer la denuncia. Minutos después un automóvil policial llegó al lugar y el oficial Miguel Ángel Romano habló con las personas que estaban en los autos sospechosos. A las 2 de la mañana, Silva y Pinasco vieron cómo un grupo de personas con armas largas salían de los autos sospechosos y entraban en la iglesia», relata un informe.

A la mañana siguiente, a la hora de la primera misa, un grupo de fieles esperaba frente a la puerta de la iglesia, que se encontraba cerrada. Extrañado por la situación, el joven Fernando Savino, organista de la parroquia, decidió entrar por una ventana y encontró en el primer piso los cuerpos acribillados de los cinco religiosos, boca abajo y alineados, en un enorme charco de sangre sobre una alfombra roja.

Terrorismo de Estado

«En los años 70, la región estaba marcada por situaciones de hambre y marginalidad, en un contexto de terrorismo de Estado y violaciones de los derechos humanos. La Iglesia vivía la euforia del período posconciliar y los padres de la comunidad palotina habían resuelto en una reunión el lunes anterior mantenerse fieles al mandato de Jesús y no a los poderosos de este mundo», explicó el padre Rodolfo Capalozza, sobreviviente de aquella masacre, y quien en ese tiempo era seminarista.

El sacerdote recuerda las amenazas que recibía el padre «Alfie» Kelly, el líder de la comunidad: «Circulaban panfletos diciendo que era comunista y a pesar de eso transmitía una gran serenidad, era un hombre de una oración muy intensa», contó Capalozza.

Papa Francisco, testigo del corazón de los mártires

Cuando se cumplieron 25 años del asesinato de los padres palotinos, el año 2001, el entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio celebró una misa en la misma parroquia donde fueron masacrados, acompañado de una docena de obispos y 60 sacerdotes. En la homilía que pronunció, el hoy Papa Francisco, destacó la fidelidad a las enseñanzas del Evangelio de los religiosos asesinados y, en ese sentido, señaló que “ser testigos de Cristo es comenzar un camino que no sabemos dónde terminará”, según recuerda el padre Capalozza.

El sacerdote evoca que el Cardenal Bergoglio lamentó en esa ocasión que luego del hecho “vinieron los etiquetamientos” de las víctimas para desacreditar su papel religioso. Y señaló que el arzobispo de Buenos Aires dijo: “Yo soy testigo, porque lo acompañé en la dirección espiritual y en la confesión hasta su muerte, de Alfie (Kelly), quien sólo pensaba en Dios”, subrayó. Y completó: “Lo nombro a él porque soy testigo de su corazón y, en él, a todos los demás”.

En 2006 el cardenal Jorge Mario Bergoglio inició los trámites para la canonización de los cinco religiosos como mártires de la fe.

 

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