AGENDA INTERNACIONAL | Por Georg Eickhoff |

Los mexicanos conocieron a Patricia Espinosa como su Secretaria de Relaciones Exteriores en el gabinete de Felipe Calderón (2006-2012). De ahora en adelante, el mundo conocerá a la diplomática chilanga como Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC). Quizás, algún que otro habitante de Bonn, Alemania, la conocerá como a su vecina.

Después de haber sido dos veces embajadora de México en Alemania (2000-2002 y 2013-2016), Espinosa se mudó, este año, desde la nueva capital de la Alemania reunificada que es Berlín a la antigua capital de Alemania Occidental que fue Bonn. La pequeña ciudad de Bonn situada a pocos kilómetros de Colonia (Köln), en la orilla del Rin, cuando perdió su estatus como capital, fue compensada con la promesa de que iba ser sede de organismos internacionales como las secretarías de la ONU. Ahora, Bonn se convirtió en la capital mundial del combate al cambio climático liderado por la mexicana que, en 2010, gestionó la muy decisiva cumbre climática en Cancún.

Fue decisiva la cumbre de Cancún, hace seis años, porque allí se logró que la solidaridad mundial, la responsabilidad única y compartida de todas las naciones por el cambio climático, se expresara en un mecanismo financiero que transfiere fondos de los países industrializados a los países pobres, esto es, de los causantes del cambio climático a los más afectados.

Hace un año, durante la histórica cumbre de París, los 195 naciones signatarias del más importante convenio ambiental de la historia se comprometieron a movilizar 100 mil millones de dólares para invertirlos en países en vías de desarrollo para prevenir y mitigar las consecuencias del cambio climático.

En el tiempo récord de 11 meses, 95 países del mundo ratificaron el acuerdo de París, entre ellos los gigantes causantes del calentamiento global: Estados Unidos, la Unión Europea, India y China.

Ahora, le toca a Patricia Espinosa colectar los 100 mil millones de dólares para pasar de las palabras a los hechos. Esto va a ser el gran tema de la cumbre climática que se celebra en Marrakech, Marruecos, entre el 7 y el 18 de noviembre. El mismo país anfitrión, es un signo de esperanza. Invierte muy fuertemente en la energía solar.

Muy pronto y gracias a un programa gubernamental financiado con ayuda internacional, será un aspecto normal ver paneles solares sobre las mezquitas marroquíes. La tierra es de Dios, todos somos de Dios. La tierra es nuestra «casa común» y la casa de Dios que debemos cuidar, como nos recordó Francisco en Laudato si’.

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