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El cardenal Paulo Evaristo Arns, arzobispo emérito de Sao Paulo, Brasil murió este pasado miércoles a la edad de 95 años.

El cardenal, fraile franciscano, fue uno de los 41 obispos que en Roma, durante el Concilio Vaticano II, se reunieron en las catacumbas de Domitila para hacer un juramento de fidelidad a la renovación del Concilio que tomó el nombre de “Pacto de las Catacumbas”. Un documento de 13 promesas, entre las cuales destacaba el vivir en sus diócesis como personas simples.

Por ello, después de retirarse en 1998, decidió quedarse en la ciudad, en la misma periferia de la que se había ocupado como auxiliar, en el barrio de Jaçaná. Con su muerte desaparece el último gran protagonista de la Iglesia latinoamericana del post-concilio.

Arns fue un fraile franciscano, periodista, escribió más de 50 libros dedicados a la pastoral en las grandes metrópolis, adema de estudios sobre la literatura cristiana de los primeros siglos. Pero lo que caracterizó su episcopado fue la defensa de los pobres, de la libertad del pueblo y de los derechos humanos, en particular durante la dictadura que en Brasil duró de 1964 a 1985. Su presencia y autoridad favorecieron el pasaje al régimen democrático.

Cuando fue nombrado cardenal vendió el único edificio de la residencia episcopal por cinco millones de dólares y distribuyó el dinero entre los pobres, compró terrenos para los marginados y sin techo, además de crear centros comunitarios en la periferia. «Considero una gracia –dijo– haber actuado siempre a favor y de la parte de los predilectos de Nuestro Señor».

En 1982 fue el único religioso elegido para formar parte de la Comisión internacional para cuestiones humanitarias de la ONU. Inmediatamente después de dejar la diócesis, concedió una larga entrevista a Stefania Falasca, para la revista 30Giorni. Cuando la periodista le preguntó qué era lo que había hecho más en esos años, respondió: «Cuando recibía a las madres de los desaparecidos políticos que buscaban información, apoyo y soncuelo. Los años de la dictadura militar, los rostros de estas mujeres y madres, me dejaron en la memoria una huella de dolor. Lo que más me ha hecho sufrir ha sido justamente no poder aliviar, muchas veces, tantos sufrimientos».

Para el teólogo Leonardo Boff, amigo personal del cardenal, “su mayor logro fue el Proyecto Brasil: Nunca más, desarrollado por él, el rabino Henry Sobel y el pastor presbiteriano Jaime Wright, con todo un equipo de investigadores. Fueron sistematizadas informaciones de más de 1.000.000 de páginas contenidas en 707 procesos del Tribunal Superior Militar. El libro, publicado por la Editora Vozes, Brasil Nunca Más, jugó un papel clave en la identificación y comunicación de los torturadores del régimen militar y aceleró la caída de la dictadura.”

Con información de pazybien.es

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