Por Mónica MUÑOZ |
Una técnica utilizada en los últimos tiempos para resolver conflictos entre las familias, es la conocida como “constelaciones familiares”, que consiste en un juego de roles o papeles que desempeñan personas ajenas, representando a algún familiar, las más de las veces, ya fallecido, con la finalidad de resolver problemas generados con el difunto. La técnica fue diseñada como terapia por el ex sacerdote católico Bert Hellinger, postulando que los miembros de una familia se influyen recíprocamente en su salud y en su conducta.
Como es de esperarse, resulta complicado hablar del tema, por ello pedimos a la terapeuta Susana Godoy, que colabora con el Padre Dirk Kranz, mejor conocido como el Padre Teo, conferencista y fundador de la fundación San Miguel Arcángel, que nos ampliara el tema.
De acuerdo con Susana Godoy, una constelación familiar es una estructura de personas interconectadas que forman una familia. Comenta que, Hellinger, simplemente le dio otro nombre al “árbol genealógico”, proponiendo trabajar con las generaciones, lo cual es una realidad espiritual de la que difícilmente hay documentación.
Susana comenta que, cuando un terapeuta trata a una´persona, va descubriendo la herencia, no sólo física, que es evidente, como el parecido, las posturas corporales o los gestos, sino la espiritual, que se transmite de padres a hijos y que se manifiesta mediante patrones de conducta repetitivos, psicológicamente llamado “genograma”, o “cadenas ancestrales” la herencia espiritual de los ancestros, si del tema espiritual se trata, siendo exactamente lo mismo: tendencias, impulsos o patrones que se repiten y que pueden detectarse con facilidad, como, por ejemplo, familias donde las mujeres tienen partos gemelares o que se divorcian entre los 25 y 28 años, o la predisposición a algún vicio como el alcohol.
El meollo del asunto está precisamente en el tratamiento: se hacen sesiones en salones terapéuticos para tratar temas dolorosos donde están involucrados familiares fallecidos o con los que tiene una relación tan fracturada, que la comunicación real, personal, resulta imposible, y para dar salida al conflicto, se usa un representante que personifique a ese familiar, en lugar de buscar a la persona afectada (en el caso de los que viven). A primera vista, suena atractivo, y se ha hecho muy popular este tipo de consultas, sin embargo, es una técnica que tiene mucho en contra, como veremos a continuación.
¿Cómo se constela?
Susana pone un ejemplo: si alguien tiene un conflicto con su abuelo paterno, que ya falleció, acude a un grupo en el que todos van a “constelar”, es decir, van a compartir esa situación; ahí encontrará todo tipo de personas: hombres, mujeres, jóvenes, personas mayores. Entonces, para trabajar su caso, pide a alguno de los presentes que sea el representante de su abuelo. Le dice cual sería su nombre (el del abuelo, por supuesto), entonces se sientan frente a frente; el que constela comienza a reclamarle, sacando toda la problemática que trae dentro. A veces sucede que la persona que representa al abuelo se mete tanto en su papel, que comienza a decir cosas que los “transforman” en el abuelo, es decir, esa persona que no conoce ni al abuelo ni al nieto, responde y sabe cosas que sólo sabía el abuelo. Continúa Susana: “es increíble cómo, cuando nos ponemos en esta dimensión de jugar roles, de jugar papeles, una persona pueda tener estas experiencias tan profundas. Esto está siendo realmente el “boom” de las constelaciones familiares. ¿Por qué? Entendiendo nosotros, como personas espirituales, que las almas son eternas, cuando estamos hablando del espíritu de la persona del abuelo, el abuelo personalmente está aquí. No es que le sople al oído al amigo que está ayudando a constelar sobre el abuelo las realidades vividas, sino que es el abuelo, a través de esa persona, porque lo hemos, en todo caso, invocado para que esté allí”.
Pero la situación no termina con eso. La especialista destaca que es peligroso porque “no se cierra ese círculo”. Platica que en los retiros del padre Teo se han encontrado con gente que siente que ese día que constelaron, por la noche tienen una persona durmiendo a su lado o empiezan a soñar con una persona que no conocen, que resulta ser el abuelo (regresando al caso comentado arriba).
En opinión de Godoy, cuando se constela es difícil discernir de qué se trata esa presencia, pues durante la terapia no se está en un ambiente religioso, no se está haciendo una oración de protección antes de entrar, no se considera si la gente que está constelando es católica o está en gracia, hay una mezcla de muchas cosas. Entonces, pueden ser totalmente engañados, puede que en algún momento sí sean las cosas del abuelo y otras que sea algún espíritu de engaño que esté por ahí o hasta algún demonio, tal vez.
Dice Susana: el problema es que la gente no entiende que se trata de un tema espiritual, que se puede trabajar en una terapia personal, con un terapeuta directamente, la relación con el abuelo, sin invocar al abuelo (o al familiar en cuestión).
Ahora, prosigue, hay personas muy sensibles que cuando están en estas cosas de las constelaciones familiares, pueden tener visiones, sensaciones o audiciones porque sí están en este plano espiritual, aunque no sean católicos; tienen la sensibilidad pero no tienen la formación. En los retiros nos hemos encontrado personas muy contaminada por esto.
Continúa la Dra. Godoy: “Ahora, entendamos que el enemigo, lo que busca siempre, es la innovación, pero no ha dejado de tocarnos en esas áreas en las que estamos predispuestos como seres humanos: el saber del más allá, el saber qué ha pasado con los que ya se murieron, el traernos a los que se murieron para el presente porque no podemos todavía desvincularnos de ellos, pero ahora el enemigo nos lo presenta de maneras más innovadoras, menos “peligrosas” pero que sigue siendo la misma tentación.
El enemigo no cambia, simplemente nos cambia la presentación de las mismas tentaciones que hemos tenido como humanidad siempre”.
¿Cómo romper estas cadenas generacionales?
De acuerdo a Susana, si bien es cierto que arrastramos esta herencia espiritual, como se dijo al principio, la tendencia a repetir cierta conducta, esto no quiere decir que no haya remedio. Dice: “Probablemente se tenga una predisposición al alcohol, pero está en tu voluntad tomarlo o no. Mucha gente puede verlo como pretexto. Pero Dios no te trajo aquí a vivir bajo pretextos sino a educarte en el autodominio. Nos lo dice San Pablo en su carta a los Corintios. Algo muy importante de entender, aparte de la herencia espiritual, es el pecado personal. Una cosa es la tendencia que yo traigo y otra la cosecha que yo le echo. Yo refuerzo la actividad del enemigo en mi vida cuando yo tengo una tendencia de alcohol y aparte yo la refuerzo con mi pecado personal de alcoholismo. Eso ya lo amarro, lo solidifico, consolido ese pecado en mi vida y lo heredo más adelante. La propuesta en trabajar en romper la herencia generacional es romper precisamente este impulso o esta herencia que ya viene, esta tendencia para que yo sea más libre de mis actos, pero responsable de mi pecado personal y de mis acciones personales.
La solución es trabajar en las tres dimensiones: cuerpo alma y espíritu. Si tienes un problema médico, atiéndete con el doctor esa es el área física. Si tienes un problema psicológico, emocional, trabájalo con el terapeuta. Esa es el área etérea, los terapeutas tocamos una parte del alma, pero el espíritu, la esencia, nuestra comunicación con lo divino, es a través de los sacramentos, para sostener y mantener nuestra vida de gracia y tener esa fuerza de voluntad para romper con las otras dos partes, que son menores que la parte espiritual.
Entonces, ¿es recomendable acudir las constelaciones familiares?
La doctora Susana Godoy comenta que, ante esta realidad espiritual, todavía hay mucho que descubrir y que probablemente los eruditos van a tener que sentarse a discernir o establecer un cierto tipo de reglas o escuchar a quienes trabajan en este ámbito y tienen la experiencia, darles la oportunidad de poder compartir este contenido, pero definitivamente, no recomendaría tocar esta área, reitera que han tenido experiencias muy incómodas con gente que termina muy contaminada por acudir a estas prácticas.
“Yo no la recomendaría”, enfatiza, “si tú tienes que trabajar algo muy particular con tus generaciones, si estás traumada porque tu culpa te come porque con tu hijo fulanito no puedes relacionarte, siéntate y habla con tu hijo de frente, no quieras hacerlo a través de una tercera persona, ten el valor de enfrentar y mirar a los ojos a tu hijo y hablar precisamente lo que te duele, tu culpa o lo que sea. O con tu terapeuta. Pero no invoques espiritualmente a nadie. Es un área que todavía no estamos listos para trabajar”. Finaliza.