Pedro Alarcón Méndez es sacerdote marista desde hace 30 años. Nacido en Ciudad de México, antes de ingresar al seminario de la Sociedad de María, toda su vida espiritual estuvo muy ligada a la Basílica de Guadalupe. Se especializó en teología dogmática, y obtuvo su doctorado con una tesis acerca de la Virgen de Guadalupe y la religiosidad popular.

Por Chucho Picón

Padre Pedro Alarcón, ¿usted tuvo una experiencia, un  llamado hacia la Santísima Virgen de Guadalupe,  por qué se interesó usted tanto en Ella?

Para mí es una experiencia de reconocimiento porque siento agradecimiento profundo; primero, por la devoción que mis padres me enseñaron a tenerle a Ella. Segundo, por la curación que recibí después de haber estado enfermo de poliomielitis, incluso durante un año y ocho meses imposibilitado para caminar.

El milagro que mis padres reconocen fue gracias a la oración que ellos hicieron pidiéndole a la Virgen que me curara. Yo estoy sumamente agradecido por ello. Al mismo tiempo, en todas las decisiones importantes en mi vida ha estado la Virgen acompañándome.

Entonces usted enfermó de polio en la niñez, y sus padres recurrieron a la Virgen…

▶ Así es. Pidieron la intercesión de la Virgen de Guadalupe. Hubo intervención médica en mi caso: ejercicios, tratamientos, etcétera; pero una vez que la poliomielitis se hacía presente era incurable; se puede prevenir pero no se podía curar. Por eso, para mis padres, no era suficiente estar buscando ayuda médica. Y recurrir a la Virgen de Guadalupe fue la manera más eficaz, porque la misericordia de Dios, a través de la intercesión de Ella, me hizo posible vivir esta curación. Cada vez que voy a la Basílica recuerdo esta gracia tan importante.

Padre Pedro, ¿usted tiene un libro, una investigación?

▶ Sí, la realicé en Brasil, lo que me permitió, desde la distancia, hacer un reconocimiento desde el punto de vista teológico de las apariciones de la Virgen de Guadalupe. Mi investigación surgió a raíz de un congreso europeo en el que se planteó la pregunta «¿Qué se pierde alguien que no tiene devoción a la Virgen María?». El congreso pensaba en los protestantes, por ejemplo. Y con ello la pregunta también iba en este sentido: «¿En qué forma la Virgen está en relación con la Buena Noticia del Evangelio cuando la gente se acerca a Ella en la devoción popular?».

Esto me apasionó mucho, porque los dos aspectos llevan a comprender que en la religiosidad popular hay elementos teológicos profundos que la teología dogmática necesitaría considerar con mucho aprecio. Y a veces más bien la ha mirado con cierta reserva, y hasta desconfiado esta experiencia; pero el pueblo que tiene devoción popular a la Virgen tiene una experiencia de Dios.

¿Cómo se titula su libro?

▶ Es un título largo: El amor de Jesús vivo en la Virgen de Guadalupe. Después de que lo publiqué me habría gustado cambiarlo por La Virgen María de Guadalupe, reflejo del amor de Dios; quizá en la próxima edición lo pueda transformar, pero en el primer momento me parecía adecuado poner primero énfasis en el principal protagonista de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, que es Dios, mientras que la Virgen de Guadalupe es la gran mediadora que transparenta la unión profunda con Dios y que corresponde en la obediencia al plan que le ha pedido el Señor.

¿Qué podemos encontrar en su libro El amor de Jesús vivo?

▶ Caminos teológicos; primeramente, el contexto: que el camino de evangelización se topó con diferentes barreras, las que se explican por la incapacidad del espíritu humano para conocer al prójimo en forma transparente y con especial aceptación de la dignidad de la persona. El contexto es muy importante para comprender cómo la Virgen no halla ninguna barrera para acercarse al alma del indígena; ninguna sospecha, ninguna barrera, sino que hay una aceptación plena de la dignidad del indígena.

¿Usted cree que el demonio no le perdona a México que aquí se haya aparecido la Virgen de Guadalupe?

▶ Me gusta mucho esa expresión, que ya ha usado el Papa Francisco, y que es muy fuerte. Pero ya hemos experimentado la victoria de la presencia del amor, y creo que hemos sido protegidos en gran escala en situaciones muy difíciles. Por eso creo que México es una luz para el orden mundial a pesar de que el Papa tiene toda la razón y que nos puede hacer estremecer el saber que al demonio le molesta la bendición que recibimos de la Virgen de Guadalupe.

Cuando se apareció la Virgen de Guadalupe, se generaron conversiones; hubo un suceso histórico impresionante. Seguramente ahora los católicos mexicanos tendríamos que retomar el suceso guadalupano.

▶ Exacto. Y la oportunidad es que, cuando México vuelve sus ojos a esto que es tan esencial, también vuelve a recibir la bendición, porque es una fuente inagotable: es el amor profundo de Dios presente en la Virgen, porque ella es Madre de Dios, porque Cristo se encarnó a través de María, recibiendo de Ella el ser hombre como nosotros.

Lo que Ella nos ofrece es una vida plena en Cristo, una vida completamente transfigurada, resplandeciente, a través de la cual nosotros podemos intuir cuál es esa bendición, que no se reduce a obtener un favor. Es mucho más, es recibir la existencia cristiana, vivir en la fidelidad y en la reciprocidad, y extenderlo al amor al prójimo y al compromiso y responsabilidad misionera.

Quién es el padre Pedro Alarcón

Originario de La Ciudad de México.

Hijo de Salvador y María Carmen.

Hizo su profesión como Marista para la Sociedad de María en 1980.

Fue ordenado sacerdote en 1988.

Cursó estudios de teología en Milltown Park, Dublin,  licencia en Espiritualidad en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma y concluyó en la Pontificia Universidad de México.

Realizó doctorado en la Facultad Jesuita de Belo Horizonte en Brasil.

A raíz de su devoción surge el libro: El amor de Jesús vivo en la Virgen de Guadalupe.

 

Publicado en la edición impresa de El Observador del 24  de junio  de  2018  No. 1198

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