Las verdades dictadas por el mundo capitalizado y las ideologías del consumismo son las redes invisibles que atrapan al hombre moderno. Hoy en El Observador de la Actualidad presentamos tres síntomas de la cultura de la seducción en el mundo actual:

Por: Mary Velázquez Dorantes / Twitter: @mary_dts

¿Crees que los tiempos de antes fueron mejores a los actuales?, ¿La infelicidad es más latente que la felicidad?, ¿La vida es más ordinaria que extraordinaria?, ¿Existe mayor monotonía que momentos vívidos?, ¿Confrontamos más que reflexionamos?

Si has dicho sí a alguna de éstas preguntas estás siendo víctima de la cultura de la seducción, un momento histórico donde la irreflexión, la valoración de la vida cotidiana, la paz, la oración y el silencio están desapareciendo a causa de los tiempos acelerados, la tecnología, los roles de las apariencias, las trampas de la publicidad, la ilusión de las economías y las simulación de las verdades. Este fenómeno ha sido llamado la cultura de la seducción, un abismo colectivo en el que mundo está cayendo por falta de tiempo espiritual, la falta de valores, la minimización de las familias y el golpe mortal contra la vida humana.

Se trata de una seducción que atrapa las mentes, gracias a las estrategias del deseo y la persuasión de una vida perfecta. Sin embargo, las consecuencias inmediatas están apareciendo de forma violenta; la estimulación de una vida menos amorosa y altamente sexual está provocando sus efectos; los discursos políticos y los mensajes de las economías mundiales generan caos, devastación y conflictos.

 1. VIDAS  INFELICES

Los medios de comunicación alardean con las vacaciones perfectas, el hogar ideal, la admiración de los cuerpos, las sonrisas que provocan los centros comerciales; no obstante, la realidad es completamente ajena a dichos mensajes. El mundo está respondiendo de forma contraria, la vida de los hombres se está tornando infeliz, el bienestar de los individuos es subjetivo, tanto que se ha clasificado a las naciones entre los países felices versus los infelices. Se han tomado en cuenta seis categorías: ingresos, libertad de toma de decisiones, percepción sobre corrupción, expectativa de vida, apoyo social y generosidad.

Los informes revelan que los países centroamericanos como Venezuela, República Dominicana, Honduras y Perú son altamente infelices. La infelicidad aparece como una nueva forma de vida. México se coloca como un país donde la felicidad ya no es retratada como una categoría de vida a causa de aguda crisis económica. Algunos expertos han llamado a los mexicanos los «adictos a la infelicidad», porque lejos de elegir alegría o entusiasmo, se elige desánimo e insatisfacción. El mexicano promedio piensa en el futuro, añora el pasado y omite el presente.

Se es adicto a la infelicidad porque se persigue el sufrimiento como forma de vida. La frustración económica y laboral son la primer causa para no estar a gusto. Existe un culto a la infelicidad a causa de la seducción de una vida, tal y como sucede en las series de televisión, las redes sociales, la cinematografía y los mensajes publicitarios.

2.  LA SEXUALIDAD   Y LA CULTURA DEL MORBO

Los tiempos modernos observan al sexo como un mundo sin límites, de intercambios sexuales y acciones que estimulan al hombre. Sin embargo, detrás de los escenarios aparece la cultura del morbo sexual, el erotismo se ha instalado provocando graves vacíos en los individuos, lo sutil se ha vuelto ordinario y las prácticas sexuales han generado humillaciones o dolor.

La emoción de la persona o el sentimiento se omiten y el acto sexual es un simple intercambio de mercancías. Se instala la cultura del morbo abiertamente y la sexualidad es el producto que más vende en el siglo XXI.

La industria del entretenimiento explota las imágenes de hombres y mujeres, mientras que la «curiosidad» es el factor clave, el cerebro se vuelve un adicto al sexo. Los tratamientos de adicción sexual  han incrementado y los comportamientos compulsivos son la tendencia dentro de la psicología. La hipersexualidad se ha desenfrenado, las cifras de las víctimas de abuso van a la alza y la falta de diálogo dentro de los matrimonios es una constante frente al deseo sexual.

3.  EL SILENCIO  ¡HACE FALTA!

Hace falta silencio para encontrarse a sí mismo. El ruido es una plaga moderna, se vive dentro de estrés y la vida social ha omitido la práctica del silencio. La falta de atención sobre el silencio está generando una ruptura en la vida social; la ciencia afirma que el silencio rompe con las perturbaciones emocionales: entre menos silencio exista menos posibilidades de regeneración celular se tienen.

Se vive más hacia el exterior y menos al interior, el ruido no es ambiental sino espiritual, las impresiones de la vida son pasajeras y se conecta menos con la reflexión, la oración y la paz. La falta de silencio ha provocado la «abstracción del alma».

Finalmente, la falta de silencio es la ausencia de Dios, El mundo seductor no deja escuchar el corazón humano y trata de resolver la vida de forma inmediata haciendo a un lado a Dios. No ha sido la respuesta correcta para el dolor, la insatisfacción, la superficialidad y la difícil capacidad de discernimiento sobre la existencia del hombre en el mundo.

 

Publicado en la edición impresa de El Observador del 8 de julio  de  2018 No. 1200

 

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