Por Diego García Bayardo
Después de cinco siglos, permanece la discusión histórica en torno a un fraile dominico del siglo XVI, a sus acciones y a las consecuencias de éstas: se trata de fray Bartolomé de las Casas, su trayectoria y su papel en la formación de la llamada «leyenda negra» antiespañola y anticatólica.
DOS TENDENCIAS
En el debate en torno al padre Las Casas destacan dos tendencias muy fuertes:
▶ La primera hace hincapié en el papel de dicho sacerdote como defensor de los indios, impugnador del «derecho de conquista» español, y precursor de la legislación sobre derechos humanos.
▶ La segunda tendencia busca desprestigiar al padre Las Casas, usando escritos tanto contemporáneos como posteriores al personaje, debido a que con su obra Brevísima relación de la destrucción de las Indias y otros textos dio pie a la «leyenda negra» que tanto ha servido a liberales y masones para tacar a la Iglesia.
Esta segunda tendencia es propia también de un cierto extremismo conservador, que cree erróneamente hacer un servicio al cristianismo y a la hispanidad al criticar a un buen sacerdote cuya obra sólo ayudó de forma indirecta y muy forzada a la causa del anticatolicismo.
LA BÚSQUEDA DE FORTUNA LO LLEVÓ A HACERSE CLÉRIGO
Bartolomé de las Casas fue un español que pasó a las Indias, como muchos otros, a hacer fortuna.
Dedicado a la búsqueda de oro en las Antillas, participó en la captura y esclavización de las tribus indígenas que eran acusadas de canibalismo. Además, tuvo en encomienda un gran número de nativos pacíficos, que le servían a perpetuidad.
Por razones de conveniencia económica decidió hacerse clérigo y, luego de regresar a España y estudiar en Sevilla, fue ordenado sacerdote en Roma en 1507.
En ese tiempo fue un sacerdote poco digno, tan dedicado a seguir sacando dinero de sus encomiendas y granjerías que incluso no cantó su primera Misa hasta tres años después de su ordenación, y esto un tanto a regañadientes.
LUEGO TUVO UNA AUTÉNTICA CONVERSIÓN
Así continuó por un tiempo, ejerciendo su ministerio ocasionalmente y sin convicción, hasta que su vida incongruente fue sacudida por un incidente crucial: el padre Las Casas acudió a confesarse con un sacerdote dominico (quizá el mismísimo Antón de Montesinos, quien ya estaba haciendo historia como defensor de los indios) y éste le ordenó deshacerse de sus riquezas y liberar a los indígenas que tenía en encomienda. Las Casas se rehusó a hacerlo, arguyendo justificaciones legalistas, y entonces el dominico le negó la absolución.
Don Bartolomé quedó estupefacto, pero finalmente reconoció que toda su vida había procedido contra lo que manda la caridad cristiana, que su sacerdocio era incompatible con el modo de vida que llevaba, y que la encomienda como modo de sujeción vitalicia de indígenas era una forma encubierta de esclavitud.
EN FAVOR DE LOS INDÍGENAS
Así, con una decisión espectacular, renunció a todas sus posesiones, tierras y riquezas, y liberó a sus indios, poniéndolos bajo la protección del gobernador Diego Velázquez.
Comenzó Las Casas su larga lucha para que la Corona española conociera el trato que se le daba a los indígenas en La Española y Cuba, se interesara en ello y dictara leyes contra cualquier forma de esclavitud.
Después de todo, si las nuevas tierras descubiertas pasaban a ser de España, sus habitantes eran entonces vasallos del rey y, por tanto, hombres libres.
¿HUMANOS? EL PAPA ACLARA LA SITUACIÓN
Para entonces ya se había discutido mucho en torno a la condición y situación de los indígenas americanos. Por un tiempo muy breve se había puesto en duda si los indios eran humanos o no (recuérdese que el descubrimiento de los dos Mundos puso en revisión todo lo que la humanidad sabía de sí misma); pero cuando el Papa y los juristas afirmaron contundentemente la verdad de la condición humana de los indios, entonces surgió y prevaleció la idea de que éstos eran racialmente inferiores, torpes, naturalmente malvados e incapaces de recibir todos los sacramentos, sólo los de iniciación.
Por cierto, las bulas con las que Pablo III declaró la pertenencia de los indios al género humano y la abolición de su esclavitud no fueron publicadas en América: su difusión fue bloqueada, por órdenes del rey Carlos V, un monarca que la historia conservadora radical suele presentar como ejemplo de lo que un soberano católico debe ser.
CÓMO BURLAR LA ENSEÑANZA DEL PAPA
Con las Leyes de Burgos de 1512 quedó definida la supremacía del español y la obligación del indígena de trabajar la mayor parte del año para la Corona, cuyos derechos eran cedidos o vendidos a particulares.
Al año siguiente se declaró la soberanía de España sobre América y se determinó que los conquistadores, al llegar a un territorio nuevo, debían leer en voz alta un documento donde invitaban a los indígenas a someterse de inmediato y pacíficamente a la Corona española; si aceptaban, se volvían vasallos del sistema; si se resistían, entonces se declaraba «guerra justa» contra ellos y se les podía matar, apresar y vender como esclavos, bajo el supuesto de que un pagano sí podía ser esclavizado abiertamente.
LA DENUNCIA Y DEFENSA DE FRAY BARTOLOMÉ
Contra semejante monstruosidad legalista se enfrentó con relativo éxito Bartolomé de las Casas, quien seguía de cerca las ideas de aquel campeón del derecho y la filosofía que fue fray Francisco de Vitoria.
Las Casas fue nombrado «Procurador de los Indios», y como tal sufrió intentos de asesinato por parte de los encomenderos.
En 1523 se hizo dominico, cosa lógica por la guía y el apoyo que los frailes de esa orden le habían dado, y en 1542 hizo llegar a Carlos V su famosa Brevísima relación de la destrucción de las Indias, por la que obtuvo que el rey suprimiera momentáneamente las encomiendas. Desgraciadamente, la crisis que esto provocó entre los colonos hizo que esta institución se restaurara.
En 1543 fue nombrado obispo de Chiapas, en medio de la feroz oposición de los colonizadores a quienes negaba la absolución si no respetaban las leyes de protección para los indios.
Hubo protestas y fray Bartolomé tuvo que ir a España a justificarse, pero su labor en la corte, aunque duró años, dio buenos frutos. Bajo Felipe II las nuevas conquistas en América se llevaron a cabo bajo leyes muy estrictas de protección al indígena, y la conquista de las Filipinas se realizó también con tal cuidado que nadie ha podido manejarla como estandarte del mito antiespañol.
EL SURGIMIENTO DE LA «LEYENDA NEGRA»
Los textos que escribió Las Casas fueron de gran ayuda para mejorar la situación del indio en la legislación española, y fue tiempo después cuando los protestantes se aprovecharon facciosamente de los mismos para construir una leyenda difamatoria contra el país y la religión a los que fray Bartolomé perteneció con tanta convicción.
La situación del indígena fue mejorando muy lentamente a lo largo de los años, pues siempre hubo un marcado contraste entre lo que decía la ley y lo que realmente se llevaba a la práctica. Así subsistieron condiciones de opresión cuyo rastro, todavía hoy, en el México independiente, puede seguirse con facilidad.
Si la colonización de Hispanoamérica resultó cultural y socialmente creativa, a diferencia de la que realizaron británicos, holandeses, etc., que fue por sistema excluyente y genocida, fue gracias a los trabajos de Antón de Montesinos, Pedro de Córdoba, Bartolomé de las Casas y todos los sacerdotes y frailes que dedicaron su vida a la protección de los indios. Y esto es más trascendente que cualquier pleitecillo historiográfico.
Tema de la semana: El protector de los naturales podría ser santo
Publicado en la edición impresa de El Observador del 29 de julio de 2018 No. 1203