El fraile defendía la salvaguarda misional y preservación de la estructura misional que hacía posible la obra evangelizadora y civilizadora de los indígenas

Imaginemos un hombre de 1.60 metros de altura, delgado, pero fuerte en su fe y convicciones. Muy estudioso. Un ser humano deseoso de aprender y de dar eso mismo. Deseoso de enseñar con tenacidad y viendo siempre hacia adelante para ser mejor, con una visión humanista de imitar siempre la caridad y desempeño de su más próximo ejemplo a seguir: san Francisco de Asís.

Un fraile que soñó, se preparó, trabajó y venció todo obstáculo para poder estar en el sitio que quería: las lejanas indias, la Nueva España. Un fraile que sabía de los abusos y excesos de algunos de los suyos en estos territorios. Un misionero que se propuso, con mucha tenacidad, ser uno de esos indígenas para poder tener conciencia clara de su día a día y vivir con y para ellos. Un misionero que supo entender por qué no triunfó la fe por más de 200 años en la Sierra Gorda.

Defensor de los derechos

Defensor férreo de los derechos de los indios. Y basta ver la fachada de la misión de Jalpan para poderlo entender, misión que tiene esculpidos los Xhitas, la figura de autoridad del mundo pame-otomí. Esto refleja el cómo debería gobernarse en la región Serrana de ahora en adelante, todo siempre acordado con ellos, dialogado y no impuesto. Esto deja ver que la mirada de Fray Junípero Serra estaría centrada en generar prosperidad, en acercarlos a las tradiciones y costumbres que ellos traían y la conversión.

Fray Junípero Serra, al llegar a Jalpan, entendió que debía aprender la lengua pame primeramente, después mejorar la alimentación de los indios y promover la vida en comunidad. Lo fue haciendo mientras iban levantando la hermosa misión de Santiago de Jalpan. No fue fácil, pero con el tiempo sí resultó más eficiente que todo aquello que los frailes de otras órdenes y los franciscanos mismos, por 200 años, no resolvieron. Nunca estuvo de acuerdo el padre Serra con las formas que se usaron para la conquista de la Sierra Gorda, es decir, la manera en que José de Escandón pacificó la Sierra, donde prácticamente acabó con los jonaces. La historia deja entre ver que no había otra opción.

Hay decenas de evidencias, en la vida de nuestro santo, que dejan claro testimonio de su manera tan equilibrada y justa de velar por los derechos de los indios.

El hombre civilizador

Hablar de un civilizador debe involucrar el uso de medios que no siempre fueron el diálogo, sin embargo, apegado a las leyes de aquella época, fray Junípero Serra fue flexible y defensor de hacer entender que la falta de razón (como se le llamaba en ese entonces) podría ser la causa de las omisiones de los indios. Por ello dialogó con los militares, superiores y virreyes a este respecto. No se limitó para alcanzar el más alto nivel de entendimiento en favor de los indios.

Una parte a destacar del padre Serra como humanista, es sin duda la recuperación de tierra para la misión de Jalpan. Ejemplo de ello es la hacienda que entonces estaba en el valle del Saucillo bajo la tutela de la varonesa de la Sierra Gorda, y que fray Junípero recupera para aprovechamiento y beneficio de todos y no de unos cuantos.

En California, basta ver la forma en que dejó las bases para que ese estado alcanzara la riqueza y poder que ahora ostenta: vino, oro, cultivos variados, entre muchos otros.

Un hombre que el Papa Francisco reconoce como ejemplo de misionero, justo y defensor de los indios, por ello lo eleva a los altares como santo (23 de septiembre de 2015) y le hace valer ese esfuerzo como el milagro esperado para su canonización. Y qué razón se le da al Papa por tal decisión, hombres como Junípero se demandan en el mundo entero y en eso debemos enfocar las energías de todos.

Con información de José Niembro Calzada, director del Museo de Arte Sacro de Querétaro: www.museodeartesacroqro.org

 

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 27 de agosto de 2023 No. 1468

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