Por Mary Velázquez Dorantes

La primera misión evangelizadora que llegó a México venía compuesta de doce misioneros franciscanos. Fueron conocidos como los doce apóstoles de la Nueva España y al salir de su convento de Francisco del Berrocal en Belvís de Monroy, comenzaron la ruta de la evangelización de una forma ordenada y metódica, llegando el 13 de mayo de 1524 con una misión clara: convertir al cristianismo a los pueblos indígenas.

El grupo de misioneros se componía por: Fray Martín de Valencia, Francisco de Soto Marne, Martín de Jesús de la Coruña, Juan Juárez. Antonio de Ciudad Rodrigo, Toribio de Buenamente, García de Cisneros, Luis de Fuensalida, Juan de Ribas, Fray Francisco Jiménez, Andrés de Córdoba y Juan de Palos. Fieles a la formación franciscana, desembarcaron en pobreza y austeridad, caminaron descalzos sesenta leguas entre el puerto de Veracruz y la Ciudad de México. Los recibieron nativos en su idioma local, pero de forma entusiasta y protectora. En esta edición te presentamos a los doce misioneros cuyo trabajo fue un menester humanista para la evangelización en nuestra tierra:

FRAY MARTÍN DE VALENCIA

Hombre de ondas preocupaciones espirituales, vivió de 1524 a 1534 en la Nueva España. Estuvo al frente del convento de Tlaxcala en su trabajo evangelizador y su apostolado fue la catequesis de los niños. Él se encontraba al frente de la misión, dormía sobre una estera con un manojo de yerbas secas por cabecera; fue la figura más sobresaliente entre los misioneros del siglo XVI. Se caracterizaba por ser prudente. A sus 59 años de edad afirmó ver la evangelización asentada por la presencia del evento Guadalupano, ese gran hecho lo llenó de gran entusiasmo hasta su muerte. Era oriundo de la ciudad de Valencia. En 1534 presintió la muerte y suspirando de rodillas expresó una frase célebre de él: «Hermano, han sido defraudados mis deseos de martirio». Se observa como misionero contemplativo, gran amigo del obispo de Zumárraga. Sencillo y piadoso.

FRAY FRANCISCO DE SOTO MARNE

Misionero de edad avanzada, decidió caminar durante la misión evangelizadora predicando el mensaje cristiano a los indígenas. Las lenguas nativas de los conquistados fueron un gran reto para el trabajo misionero. Defensor de los indígenas frente a los abusos que vivían a causa de sus tierras. En 1546 fue enviado de regreso a España para atraer nuevos misioneros para el nuevo mundo, y para 1550 regresa a tierras mexicanas nuevamente para seguir su labor con los nativos. Sus biógrafos lo describen como un hombre piadoso y paciente, fervoroso por el quehacer misionero. El pionero defensor de los derechos de los indígenas.

FRAY MARTÍN DE LA CORUÑA

Conocido como el Apóstol de Michoacán, descrito como el gran explorador, fue conocido por el nombre de Martín de Jesús. Su misión evangelizadora la realizó en conjunto con fray Martín de Valencia en la comarca de Tehuantepec

y fue nombrado como superior del convento de Cuereaba y regreso a Michoacán en 1538. Su labor se centró en la conversión de los tarascos, relató los ritos y ceremonias de la provincia de Michoacán. También misionó en los pueblos de las riberas del lago de Chapala. Fue custodiado del convento de Muchipila; fervoroso de la oración y con una mirada de caridad siempre para el prójimo. Murió en Pátzcuaro y sus restos siguen enterrados en esa tierra.

FRAY JUAN JUÁREZ

Su labor misionera fue en el territorio azteca y era de extrema curiosidad. Emprendió la evangelización comprendiendo la lengua de los indios; se mostró piadoso y consejero. Su gran talento musical hizo posible que los indígenas aprendían de la música y de los instrumentos musicales traídos por los españoles. Enseñaba a los niños notas musicales. Fue el primer maestro de capilla de la Catedral de México.

FRAY ANTONIO DE CIUDAD RODRIGO

Originario de Salamanca, España, fue el segundo superior de la provincia del Santo Evangelio y guardián del Convento de México. Llevaba con disciplina la pobreza franciscana: caminaba siempre descalzo, dormía en el suelo, úunicamente bebía agua y se alimentaba escasamente de tortillas, el pan de los indios. Decidió regresar a España para negociar con el emperador Carlos V sobre la obtención de derechos para los indígenas. Fue el primero en pedir que no fuesen relegados a tantos trabajos y vejaciones como lo que padecían en aquellos primeros tiempos. Volvió a México en 1529 acompañado de otros veinte franciscanos más, entre ellos Fray Bernardino de Sahagún.

FRAY TORIBIO DE BENAVENTE

Mejor conocido como Motolinía se destaca, junto con otros cinco expedicionarios, en el grupo de los “predicadores y también confesores doctos”. Gozaba de una especial preparación intelectual y ministerial. Cinco semanas después de su llegada, y tras haber sido recibidos con todos los honores por Hernán Cortés, ejerció de misionero entre los indígenas hasta su muerte. Está enterrado en el convento de San Francisco en Ciudad de México. Había consagrado toda su vida a los indios, a los que amó hondamente, los comprendió y defendió en el terreno de las realidades y de modo práctico. Motolinía consideraba como su única recompensa la felicidad de los nuevos cristianos quienes, «después de bautizados, es cosa de ver la alegría y regocijo con que llevan a sus hijuelos a cuestas, que parece que no caben en sí de placer».

FRAY GARCÍA DE CISNEROS

Su trabajo se reflejó en las obras más importantes de la época colonial, tal como es el caso de la fundación del Colegio de la Santa Cruz, donde se les enseñaba a los naturales, además de la religión y buenas costumbres, retórica, filosofía, música y medicina mexicana. Es considerado como uno de los grandes filólogos de la Colonia, ya que se dedicó al estudio de los indios. Por sus virtudes pronto fue elegido Primer Provincial de los Franciscanos en México. Apoyó la la educación popular e impulsó notablemente el estudio de las Humanidades.

FRAY LUIS DE FUENSALIDA

Fue el primero en aprender la lengua autóctona y fue el encargado de escribir varias crónicas que se perdieron con el paso del tiempo. Le llamaron el defensor de las normas religiosas. Se comunicaba con los indígenas gracias a sus anotaciones que realizaba en el día a día, así pudo ir formando un vocabulario para poder aprender su lengua. Su quehacer era pedagógico y se empeñó en conservar las lenguas indígenas como un rastro de identidad entre los indios.

FRAY JUAN DE RIBAS

Defensor a ultranza del mantenimiento del espíritu de la reforma religiosa, en los textos sobre los Doce Apóstoles de México se relata una frase de él: “debemos ser cuidadosos del mensaje del Evangelio, nuestra tarea es ser fieles a la promesa del mensaje”, mientras que en otro apartado se señalada que este fraile practicaba un amor desinteresado y pleno por el Evangelio entre aquellos pueblos nativos.

FRAY FRANCISCO JIMÉNEZ

Estudió derecho canónico y luego ingresó a la orden de los franciscanos. El deseo de evangelizar infieles surgió a partir de su contacto con Fray Martín de Valencia. Se ordenó sacerdote en la Nueva España siendo el primero en hacerlo en esta tierra, y bautizó a unos cien mil indígenas. Solicitó un trato más justo por parte de los españoles a los indígenas, incluso mencionando que cada esclavo costaba dos pesos. Fue el portero guardián del monasterio de Huejotzingo Puebla y, en Cuernavaca Morelos, era un relator disciplinado de los sucesos que se suscitaron entre los españoles y los indígenas.

FRAY ANDRÉS DE CÓRDOBA

Fue el onceavo de los denominados doce apóstoles de México, antes de la toma de la capital mexicana. Ejerció las primeras labores misioneras entre los aztecas, fundó el primer convento de Michoacán con su respectiva capilla bajo la advocación de Santa Ana, esta sede se convirtió en el centro de irradiación de la evangelización en un amplio territorio que tenía. Fue martirizado por los naturales. Sus restos se guardan con veneración en una caja de piedra detrás del altar de la capilla mayor del convento de Etzatlán.

FRAY JUAN DE PALOS

Fue el último evangelizador incorporado a la expedición encabezada por Fray Martín de Valencia. Poseía buenos dotes para la predicación, lo que demostró enseñando el Evangelio a los indios en lengua mexicana. Puso gran celo en restablecer el orden y la disciplina entre los franciscanos, se destacó por su su austeridad franciscana y su celo apostólico. Pensaba muchas veces para sus adentros en las condiciones y virtudes que debería reunir un buen evangelizador en tierras donde el idioma local aún impedía la llegada del mensaje evangélico. Su comportamiento lo distinguió por ser un misionero paciente con los nativos.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 12 de mayo de 2024 No. 1505

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