Equivocadamente muchos creen (tanto católicos como protestantes) que la Iglesia no usa la Biblia, por ejemplo en la Santa Misa.
Pero basta tener un mínimo de conocimiento de las Sagradas Escrituras y poner apenas un poco de atención a la celebración de la Eucaristía para descubrir que en ella la Biblia se utiliza hasta «en exceso». Aquí incluimos sólo unas pocas observaciones bíblicas en la Misa:
▶ Saludo «en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19). Aquí y en muchos otros momentos se responde «Amén» (Ap 3, 14).
▶ «La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con vosotros» (II Cor 13, 14).
▶ Yo confieso ante Dios Todopoderoso…»( Salmo 32: «Mi pecado te reconocí, y no te oculté mi culpa»).
▶ «Señor, ten piedad ». Como en Sal 6, 3; 51, 3; Mt 9, 27.
▶ Himno del Gloria: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombre que ama el Señor » (Lc 2, 14); «Te alabamos» (Hb 2, 12: « En medio de la asamblea te alabaré»); «Te bendecimos (Sal 144, 1); «Te adoramos» (Mt 4, 10); «Te glorificamos» (Sal 86, 12; I Pe 4, 11). Y así el resto del himno.
▶ Liturgia de la Palabra: En los días ordinarios, la primera Lectura está tomada del Antiguo Testamento, de los Hechos de los Apóstoles, de las epístolas o del Apocalipsis. En los días festivos y domingos, tras el salmo sigue la segunda Lectura, que es una epístola. Siempre se lee o canta un Salmo. Luego se canta «Aleluya» (Salmos 104-106; 111-113; 115-117; 135; 146-150; Apocalipsis 19,1). Luego se proclama un pasaje del Evangelio.
▶ El Credo es una colección de verdades contenidas todas ellas, explícita o implícitamente, en la Biblia.
▶ «Santo, Santo, Santo…» (Is 6, 2-3; Ap 4, 8). «¡Hosanna… Bendito el que viene en nombre del Señor!» (Mt 21, 9).
▶ La Consagración (Mt 26, 26-28; Mc 14, 22-24; Lc 19, 19-29; I Co 11, 23-25).
▶ «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven, Señor Jesús» (I Co 11, 26; Ap 22, 20).
▶ El Padrenuestro (Mt 6, 9-13).
▶ «Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo…» (Jn 1, 29)
▶ «Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme» (Mt 8, 8).
▶ La Comunión (Jn 6, 53, «Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes»).
TRES TESTIMONIOS
Amanda Evinger era una joven protestante que se preparaba para ser misionera calvinista en un instituto bíblico. Había aprendido a escuchar a Dios y, rezando en la playa un Sábado Santo, «sentí el impulso en mi corazón de ir a una parroquia católica que estaba calle abajo», así que obedeció a esta moción que sabía que venía de Dios.
Cuando llegó a la parroquia leyó un cartel que decía que habría Vigilia de Pascua a las 8 de la noche. «En mi mente protestante una vigilia significaba estar simplemente unos 20 minutos con velas y canciones al aire libre, así que entré. Pensé: bien, no habrá Misa idólatra, adoración de María, nada ofensivo». Y así vio su primera Misa, la de la Vigilia Pascual, la más larga del año.
«Quedé estupefacta a medida que cada mentira que me habían dicho sobre la fe católica se hundía ante mis ojos. ¿Por qué los protestantes dicen que los católicos no leen las Escrituras? En esa vigilia se proclamaron al menos seis o siete lecturas. ¿Cómo pueden decir que los católicos no tienen una relación personal con Cristo? Y la belleza de la liturgia quitaba el aliento: la adoración auténtica de Dios Todopoderoso. Nunca había experimentado nada así».
Escribe Scott Hans, ex pastor protestante convertido al catolicismo: «Al sacerdote que celebra Misa diaria se le exige que proclame la mayor parte de la Biblia en el curso de tres años. Los católicos que van diariamente a Misa oyen casi toda la Biblia, leída y predicada, varias veces en su vida. Quienes van solamente los domingos y días festivos, el mínimo exigido por la Iglesia, pueden estar seguros de que oyen regularmente los textos más importantes.
«De hecho el sistema católico se demostró tan eficaz para comunicar la Palabra de Dios que muchas instituciones protestantes quisieron adoptarlo y adaptarlo: anglicanismo, metodismo, presbiterianismo y baptismo».
El padre Flaviano Amatulli, fundador de los Misioneros de la Palabra, llamado a la Casa del Padre el pasado 1º de junio en Ciudad de México, escribió:
«Sin Biblia, el católico se siente perdido… Entonces me pregunto: ¿Qué estamos esperando para que se haga de la Biblia el libro de todo católico, para sacarlo del estado de postración en que se encuentra actualmente ante la altanería de la competencia y al mismo tiempo para ayudarlo a crecer en su autoestima?
«Se oye decir: ‘El católico de por sí es flojo. Aunque se le ofrezcan distintas oportunidades para acercarse a la Biblia, no acepta y prefiere el camino más fácil de sus santitos’. Falso. Todo depende de cómo se le presenta la Palabra de Dios. Si se le presenta como una añadidura a lo que de por sí es la vida cristiana, claro que no le interesa. Pero, ¿qué tal si, dentro de la Iglesia, se cambia radicalmente el sistema de transmisión de la fe, haciéndolo totalmente apegado a la Biblia (Biblia en la catequesis presacramental, Biblia en la religiosidad popular y Biblia en la liturgia)? Claro que le va a interesar a la gente y le va a gustar.
«Ciertamente contra la opinión de los expertos: que es anti litúrgico, que no hay que interferir en la religiosidad popular, que los niños y el pueblo en general no pueden entender la Biblia correctamente, etc. Puros pretextos…
«¡Qué bueno que al mismo tiempo no faltan signos esperanzadores! De hecho no faltan expertos y pastores, decididos al cambio».
TEMA DE LA SEMANA: CÓMO LLEGÓ LA BIBLIA HASTA NOSOTROS
Publicado en la edición impresa de El Observador del 2 de septiembre de 2018 No.1208