Por Mary Velázquez Dorantes
Pareciera ilógico escuchar que nuestros adultos mayores viven en el abandono, la soledad y el olvido; sin embargo, en México más del 20% de nuestros adultos de la tercera edad viven en condiciones de orfandad y desamparo. Se estima que para el 2025 existan más de 14 millones de ancianos. Entonces se requerirá humanidad para acompañarlos en la tercera etapa de la vida. Los ingresos económicos de nuestros adultos son insuficientes para vivir con calidad de vida; aproximadamente 5 millones de ellos carecen de un ingreso que les permita acceder a servicios de salud, alimento y educación.
Alrededor de 12 millones de personas en el país son de la tercera edad. El 1.6% de ellos vive en soledad y la mayoría son mujeres.
Actualmente el abandono de los adultos mayores es considerado una tipificación de violencia, dado que tienden a sufrir cuadros depresivos y de aislamiento. Las consecuencias de quien vive en el abandono comienzan reduciendo su vida útil y productiva; por lo tanto el desplazamiento hacia un asilo o albergue hace que se inicie un proceso de maltrato psicológico o incluso discriminación. Detrás de este fenómeno existe una desprotección social que no ayuda a que la transición de la adultez a la vejez sea humana.
¿ABANDONO FAMILIAR?
Las nuevas formas de vida están desarmando los núcleos familiares. Los adultos mayores sufren cada vez más desatención: son víctimas de enfermedades crónicas degenerativas y los familiares, enrolados en dinámicas diferentes, están olvidando a sus adultos mayores; la vulnerabilidad en la que se encuentran ha obstaculizado su independencia, su auto realización y su dignidad humana. La sociedad de adultos mayores es ahora un reto y desafío para muchos. Los abuelos de México están enfrentándose a condiciones de desamparo, sin falta de programas gubernamentales que ayuden a la situación. El abandono es sinónimo de soledad, de acuerdo con los expertos. Los familiares dejan de visitar a sus adultos en sus propias casas o cuando fueron ingresados a un albergue. El 4.7% de los adultos sobrevive con una pensión mensual de $600 pesos en México. Ocho de cada 10 adultos viven en la pobreza y el 16% sufre algún grado de abandono y maltrato. Las vivencias de una persona olvidada por sus propios familiares inician cuando enfrentan crisis de salud: el sentido de utilidad desaparece y las pequeñas labores que hacen les provocan rechazo o sentimientos de carga. Los especialistas en geriatría señalan que una persona que sufre los temores del abandono se vuelve hostil y agresiva, su fragilidad la expone a un daño afectivo en el que muchos de los familiares no hacen reparo alguno.
ANCIANIDAD VS. INCAPACIDAD
La tercera etapa de vida significa un motivo de buenos tratos. Las oportunidades de convivir con los adultos mayores son tesoros invaluables de la sociedad. No obstante, muchos sectores están relacionando la ancianidad con la incapacidad, especialmente los familiares que actúan bajo beneficios personales. Para el 2050 más de la cuarta parte de la población será de adultos de la tercera edad. Las llamadas relaciones intergeneracionales se contraponen con los valores de aceptación de los adultos mayores. Erróneamente se está haciendo a un lado a los mayores, dado que no se valoran las capacidades de actividad que pueden realizar. Nuestra percepción de la vejez nos hace observarla como una etapa crítica y no comprendemos los aspectos del cambio de una etapa a otra. Obviamente se requiere respeto y protección a la vejez para evitar el deterioro emocional de la persona.
El papel de la familia es un factor detonante para que el adulto mayor envejezca con dignidad, por lo que se requiere de la solidaridad de todos los miembros de un hogar; se trata de ir más allá de las políticas sociales.
El bienestar físico, emocional y mental de un adulto mayor está cobijado por las familias; a medida que él envejece se requiere de actividades seguras, saludables y de autoestima para hacerlo sentir integrado y no olvidado. México es un país con personas mayores. La esperanza de vida dentro de 30 años será de 79 años de edad. Esto significa que una cantidad mayor de niños podrá conocer a sus abuelos o bisabuelos, en especial mujeres. Incluso los países más pobres tendrán abuelos. Sin embargo, es necesario cuidarlos y entender que su ritmo de vida ha cambiado: el abandono, la soledad y el olvido no son los recursos para hacer que nuestra sociedad sea fuerte y con esperanza de vida. La población mundial de mayores de 60 años se duplicará; por lo tanto, se tiene que reducir el maltrato físico, el abuso sexual y económico; pero, sobre todo, la desatención, la fragilidad y la debilidad no deben ser factores de sufrimiento.
TEMA DE LA SEMANA: BIENAVENTURADA VEJEZ
Publicado en la edición impresa de El Observador del 11 de noviembre de 2018 No.1218