(Reflexiones para preparar la confesión cuaresmal)
Por Mario De Gasperín Gasperín, obispo emérito de Querétaro
“¿Qué hacen de extraordinario?», fue la pregunta que Jesús reiteradamente hizo a sus discípulos al proponerles algunas reglas de comportamiento con su prójimo, sobre todo con el molesto. Esta «hoja de ruta» para el seguimiento de Jesús la escuchamos el domingo en el santo Evangelio, anunciando ya la Cuaresma.
Aquí vamos a singularizar – pasar del ustedes al tú, en forma de preguntas, los mandatos de Jesús que encontramos en san Lucas, capítulo 6, versos 27 al 38:
PREGUNTAS PARA EL EXAMEN DE CONCIENCIA:
¿Has amado a tus enemigos, hecho el bien a quienes te aborrecen, bendecido a quienes te maldicen y orado por los que te difaman?
¿Al que te ha golpeado una mejilla, le has ofrecido la otra? ¿Al que te ha quitado el manto, le has dejado también la túnica?
¿Al que te ha pedido, le has dado? ¿Al que se llevó lo tuyo, se lo has reclamado?
¿Has tratado a los demás como quieres que ellos te traten a ti?
¿Te crees cristiano sólo porque «amas a tus amigos», o porque «haces el bien a quienes te hacen el bien?»
¿Sólo prestas cuando esperas cobrar réditos? Si te portas así, ¿qué haces de extraordinario? Todo eso también lo hacen «los pecadores».
Tú, en cambio, ¿amas a tus enemigos? ¿Haces el bien y prestas sin esperar recompensa en la tierra? ¿Sabes que haciendo esto te comportas como verdadero «hijo del Altísimo», y entonces ya puedes rezar como hijo el Padrenuestro?
Cuando perdonas, ¿lo haces porque el Padre, que es misericordioso, te ha perdonado a ti o porque tú te crees perdonador? ¿Eres generoso como el Padre del cielo «es bueno hasta con los malos y los ingratos», o haces favores sólo a quienes son buenos contigo?
¿Sabes que si juzgas y condenas a tu prójimo así serás juzgado y condenado? ¿Tratas al prójimo como esperas que Dios te trate a ti?
¿Con qué medida mides a los demás? ¿Cómo quieres que te mida Dios?
Reflexión:
La bondad, la justicia, la misericordia y el perdón de Dios son infinitos y están a disposición de todos. Jesús murió por todos, sin distinción. Pero la medida del perdón que recibamos depende también de cada uno, de la responsabilidad personal. Pensar que Dios es injusto es lo más injusto que podemos hacer.
La medida que abarca a las demás y resume todos los mandamientos es ésta: «Les doy un mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado» (Jn 13,14).
Publicado en la edición impresa de El Observador del 3 de marzo de 2019 No.1234