Resurrección significa paso, transición. Cristo hoy no vuelve, sino que resucita; no retorna, sino que cambia de vida; ya no habita aquí, sino en otra patria. La misma Pascua que celebramos no significa retorno, sino paso. Y el nombre de Galilea, donde veremos al resucitado, quiere decir cambiar de país, y no permanecer en el mismo.

… Si después de morir en la cruz, Cristo no hubiera resucitado y siguiera sometido nuevamente a nuestra existencia mortal y a las miserias de este mundo, para mí no habría cambiado de vida, sino retornado; no habría pasado a otra más perfecta, sino a la misma de antes. Pero si pasó realmente a una vida nueva nos invita también a nosotros a cambiar…

¿Qué diremos a todo esto nosotros, que vaciamos del sentido de Pascua la sagrada Resurrección del Señor, porque no hacemos de ella un paso, sino un retorno? Estos días hemos llorado, y nos hemos entregado a la oración y a la compunción, a la sobriedad y abstinencia, para quedar libres y absueltos en este santo tiempo de Cuaresma de las negligencias de todo el año. Hemos compartido los sufrimientos de Cristo, y nos hemos vinculado de nuevo a Él por el bautismo de las lágrimas, de la penitencia y de la confesión.

Si hemos muerto al pecado, ¿cómo vamos a vivir todavía sujetos a él? Si hemos sentido dolor de nuestros defectos, ¿vamos a reincidir en ellos? ¿Seremos tan curiosos como antes? ¿Tan charlatanes, perezosos y negligentes? ¿Tan vanidosos, sospechosos, detractores e iracundos? ¿Tornaremos a los mismos vicios que tan sinceramente hemos llorado estos días? «Ya me quité la túnica, ¿cómo voy a ponérmela de nuevo? Ya me lavé los pies, ¿cómo voy a mancharlos otra vez?» ([Cantar de los Cantares 5, 3]. Hermanos, eso no es cambiar de vida. Así no veremos a Cristo, ni es ése el camino que nos lleva a la salvación de Dios. Porque como sabemos todos, quien sigue mirando atrás no vale para el Reino de Dios.

San Bernardo de Claraval

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