Por Miguel Aranguren*
Durante el siglo XX y el XXI, en los que el periodismo se ha convertido en un contrapoder fundamental para la buena marcha de los países, en España no pocos católicos —sacerdotes, religiosos y laicos— han puesto en marcha o han sido responsables de importantes cabeceras de la prensa escrita. En algunos casos, periódicos y revistas de corte confesional, fundamentales, por ejemplo, para la información y difusión del trabajo de los misioneros en tantos rincones maltratados de la Tierra (pienso en la revista Mundo Negro). En otros, para la información, la formación y el entretenimiento de las familias (las revistas Mundo Cristiano y Misión). También para la difusión de noticias especializadas en la actividad de la Iglesia y, muy especialmente, en el Magisterio de los Papas (la revista Palabra).
Pero, más importante si cabe ha sido y es la profesionalidad de los periodistas que se confiesan públicamente como católicos y que, en el desempeño de su labor, manifiestan una adhesión total e inquebrantable a la Iglesia.
En este sentido tenemos fundadores de cabeceras diarias que han pasado a la historia, como el cardenal Spínola (El Correo de Andalucía) o Ángel Herrera Oria, antes de su ordenación sacerdotal (El Debate).
Además, es de justicia mencionar a personas de altísimo nivel intelectual y académico como Rafael Calvo Serer y Antonio Fontán (Diario Madrid), a articulistas como Pilar Urbano (ABC, El Mundo), José Luis Olaizola, Cristina López Schlichting (ABC), a directoras de revistas de moda como Covadonga O´Shea (Telva), etc.
Son los cristianos, especialmente los laicos, quienes deben promover la transmisión de la verdad, evitando la mentira, la difamación y la calumnia, buscando siempre la manera más objetiva de contar los sucesos (poco importa la materia periodística de que se trate), desde una posición constructiva (y de denuncia cuando sea preciso).
En el caso de la información religiosa, considero que también son los laicos (formados como periodistas de primera línea y escritores) quienes deben fundar y conducir periódicos y revistas que ayuden a la difusión de la Buena Nueva, buscando la mejor comunicación de la actualidad para una mejor comprensión del mensaje de la Iglesia, siempre desde una posición libre y responsable, alejada de cualquier tentación de clericalismo.
Ojalá en España contáramos con un medio como El Observador, que informa y entretiene a los lectores mexicanos, enfrentándoles a los retos nacionales e internacionales en los que se debate la actualidad y el destino de la humanidad y, muy en especial, de los hijos de la Iglesia.
* ESPAÑA, consejero editorial de EL OBSERVADOR.
TEMA DE LA SEMANA: ¿ES NECESARIO EL PERIODISMO CATÓLICO?
Publicado en la edición impresa de El Observador del 26 de mayo de 2019 No.1246