De acuerdo con el Glosario de la ONU, el término «empoderamiento» se refiere a tener el poder y el control sobre la propia vida. Según esto, para alcanzarlo, hace falta concientización, desarrollo de autoestima y también ampliar las opciones con que se cuenta, a fin de superar una condición de vulnerabilidad.

Aunque el término esté muy de moda, a fin de cuentas resulta que, con las condiciones económicas y laborales que existen en México y en cualquier otro país, es muy difícil que un individuo común, ya sea mujer o varón, pueda realmente «empoderarse».

Para el caso específico del «empoderamiento» femenino, el control natal ha sido y sigue siendo el discurso favorito, a fin de que las mujeres no tengan que sacrificarse largos años por sus hijos, sino mirar sólo por ellas mismas bajo los llamados a no abandonar su vida profesional y a «realizarse» fuera de casa. Pero la visión más extrema, que se está extendiendo en países occidentales, México incluido, es el antimaternalismo radical: cada vez hay más mujeres que, no habiendo sido madres todavía y encontrándose en edad reproductiva a la vez que físicamente sanas, buscan médicos dispuestos a esterilizarlas de manera permanente.

Este pensamiento sigue a feministas como la escritora inglesa Virginia Woolf, quien decía que «uno no puede traer hijos a un mundo como éste» y que estaba convencida de que la maternidad es un obstáculo para el trabajo creativo; o la escritora chilena Lina Meruane, que en 2015 publicó el libro «Contra los hijos», donde arremete contra lo que ella llama la «mística de la feminidad» según la cual se estaría engañando a las mujeres convenciéndolas de que en el hogar y en el cuidado de sus hijos está verdaderamente su lugar.

Redacción

TEMA DE LA SEMANA: MATERNIDAD EN MÉXICO

Publicado en la edición impresa de El Observador del 12 de mayo de 2019 No.1244

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