Por Mónica Muñoz
Acaba de cambiar el semáforo. Inmediatamente después, suena la bocina del auto de atrás para apresurar al de adelante, como si por encanto pudiera desaparecerlo y pasar sin obstáculos. Por supuesto, el conductor del primer auto se molesta por la impaciencia del vecino. ¿Cuál es la prisa? Hubiera salido más temprano de su casa en lugar de provocar sentimientos negativos con su ruido.
Y no es el único ejemplo. En las horas pico de todo pueblo o ciudad, el tránsito se convierte en un infierno para todos los que circulan en las vialidades, ya sea en coche, moto, bicicleta o a pie, incluso los que traen algún carrito de comida se transforman en estorbos para aquél que va intensamente estresado, estado emocional que se ha convertido en un grave problema de salud cada vez más frecuente.
Y, ciertamente, debemos pensar que es necesario tomar las cosas con calma porque no sólo nuestra salud sino nuestra seguridad van de por medio, sobre todo en estos tiempos en que ya cualquiera trae armas y puede usarlas incluso sin motivo aparente. Les cuento lo que hace unos meses ocurrió en una colonia: caminaba abajo de la banqueta un hombre cuando pasó junto él un auto. Los ocupantes del vehículo le gritaron que se subiera pero él se limitó a responder ¿por qué? Con eso bastó para que el chofer del coche se regresara a balear al incauto transeúnte.
¿Qué está pasando con nosotros? Lo único seguro es que nos estamos olvidando de los derecho de los demás, pensando sólo en los nuestros. No por nada la paciencia es una virtud poco practicada, pues hoy día todos vivimos con mucha prisa. Ejemplos sobran. Y no puedo dejar de pensar en las personas mayores que intentan ganar un poco de dinero ayudando en las tiendas de autoservicio. No me detendré a comentar lo que pienso al respecto, solamente diré que no me gusta ver a nuestros ancianos desempeñando ese trabajo cuando deberían estar en sus casas descansando pero es obvio que esa no es la realidad de nuestro país. Aquí, el que no trabaja no puede subsistir. En fin.
El asunto es que, por su edad, ya no pueden guardar la mercancía que les va pasando el cajero con la misma velocidad que un jovencito, por eso debemos ser atentos con ellos y ayudarlos para que no se sientan presionados, nos están prestando un servicio y nada nos quita ayudarlos a acomodar las bolsas en el carrito. Y démosles las gracias y una buena propina. No sé ustedes, pero yo siempre pienso en que algún día, esa persona podría ser yo. Entonces, ¿Cómo me gustaría que me trataran? Así mero, intento tratarlos yo ellos.
Además, ser amables nos ayudará a lograr un ambiente más sano y cordial para todos los que se relacionan con nosotros, y, por supuesto, el lugar que más debemos cuidar es nuestro hogar. Tratarnos con respeto es el primer ingrediente y, en seguida, la paciencia. Todos tenemos momentos de enojo y hasta pudiera ser que nos sintamos desesperados ante situaciones que parece que no tienen arreglo, pero, entendamos que, todo en este mundo tiene solución, excepto la muerte. Nada más falta que nos sentemos a pensar en lo que está ocurriendo y anotar las posibles salidas.
Cuando nos sentimos más seguros y llega la crisis, creemos que se nos cierra el mundo, pero, aunque no lo parezca, todo lo que nos ocurra será para mejorar. En el momento no podremos verlo, sin embargo, a la distancia, entenderemos que ese problema sirvió para que saliéramos de nuestra comodidad y mejorásemos en nuestras relación laboral, de pareja, amistad o que nos ayudó a crecer en algún aspecto de nuestra vida. Aun la muerte de alguno de nuestros seres queridos, después del inmenso dolor, dejará algo bueno porque siempre recordaremos sus enseñanzas y actitudes ante las adversidades de la vida.
Por supuesto, para lograrlo tendremos que trabajar para que suceda de ese modo y ser perseverantes hasta alcanzar la plenitud en cualquier circunstancia adversa.
Así que, cultivemos la paciencia, porque esa virtud nos ayudará a ser mejores personas y permitirá que dejemos una huella indeleble y positiva en la vida de los demás.
Que tengan una excelente semana.