Por P. Fernando Pascual
En diversas ocasiones conviven ideas en conflicto. Algunas de esas ideas son defendidas por las mismas personas, que afirman a la vez A y B sin darse cuenta de que son ideas que chocan entre sí.
Un ejemplo sencillo: una persona cree importante mantener el «legado» que ha dejado en el planeta el proceso evolutivo. Rechaza las intervenciones sobre plantas y animales que impliquen alterar su constitución física.
Esa misma persona considera correcto que un ser humano intervenga sobre su propio cuerpo (recibido también como «legado» evolutivo) y lo cambie, de forma que deje de ser de un sexo para convertirse en otro diferente, en contra de lo señalado por la herencia genética.
Seguramente, esa persona explicaría que el ser humano habría recibido, gracias a la evolución, la posibilidad de percibirse a sí mismo más allá del dato biológico inicial, y que eso no ocurre en plantas y animales, a los que habría que respetar como son.
Esa explicación, sin embargo, incurre en no pocos problemas, uno de los cuales consiste en olvidar que la misma idea según la cual el proceso evolutivo permitiría a los seres humanos modificar el propio cuerpo, también se aplica al hecho de que ese mismo proceso nos ha hecho capaces de modificar a las plantas y los animales…
Cuando una persona acoge y sostiene ideas contrapuestas sin percibir las contradicciones, y sin que nadie le ayude a darse cuenta de la situación, no buscará maneras de superarlas, simplemente porque no las reconoce.
En estas situaciones, las ideas pueden provocar conflictos y contradicciones. Por ejemplo, cuando muchos defienden que hay que acoger ideas nuevas sobre lo que sea el matrimonio basándose en el respeto a los deseos personales, al mismo tiempo que rechazan otras ideas (nuevas o viejas) que también se basan en deseos personales.
Siempre será contradictorio suponer que desear algo implica adquirir un derecho, y luego rechazar ciertos deseos al considerarlos como negativos porque uno piensa (y desea) que lo sean…
El mundo moderno necesita abrir los ojos a este tipo de tensiones entre ideas para buscar caminos serios para analizarlas a fondo y concluir, cuando sea el caso, que dos ideas no pueden ser sostenidas al mismo tiempo por la misma persona.
Solamente una reflexión que elabore buenos argumentos desvelará la existencia de ideas falsas, ideas verdaderas, e ideas que tienen elementos de verdad y de falsedad que hay que distinguir para evitar contradicciones. Entonces será posible conseguir un serio acercamiento hacia la verdad que tanto anhelamos.