Por Raúl Espinoza Aguilera

Quizá pocos sepan que el escritor inglés Charles Dickens fue el pionero de la novela de denuncia social. Nació en 1812 y falleció en 1870. Pertenecía a la clase media, pero su padre gastaba mucho más de lo que ganaba. En un principio le embargaron sus bienes, pero llegó el momento en que era tal el cúmulo de sus deudas, que se le condenó a la cárcel. Pero en Inglaterra se acostumbraba que toda la familia debiera también de acompañar al preso a la misma celda de la cárcel. Sólo el pequeño Charles fue dejado en libertad debido a que trabajaba en una fábrica de grasa para calzado.

Para Dickens fue una inolvidable experiencia el sentir en carne propia la explotación laboral de niños y mujeres que trabajaban de sol a sol, sin ningún tipo de seguro médico ni pensión laboral, con despidos injustificados. Nadie podía abandonar esos oficios porque se encontraban bajo un régimen de esclavitud.

Gracias a la inesperada herencia de una tía, toda su familia logró salir de la cárcel. A continuación, se trasladaron de Landport (Portsmouth, Gran Bretaña) a Londres.

Pronto este joven decide ser periodista, toma clases de taquigrafía y es contratado para ser cronista en el parlamento y sus textos fueron publicados en el “Mirror Parlament”, y más tarde, debido a estas publicaciones, el director del “Mailing Magazine” se fijó en él y le propuso que escribiera crónicas de la ciudad. Bajo el seudónimo de Boz escribió breves relatos citadinos que tuvieron un éxito arrollador. El director del periódico le ofreció realizar una compilación y publicarlos en volumen en 1836; el libro fue titulado “The Sketches by Boz”. A partir de ese año se revelaba Dickens como novelista.

En 1836 publicó la obra humorística “Los Papeles Póstumos del Club de Pickwick”. En 1837 publicó una novela sobre la vida de un niño huérfano, “Oliver Twist”, con rasgos autobiográficos, y que pronto alcanzó un tiraje de 20 mil ejemplares. Y en 1843 dio a conocer su inmortal obra “Cuento de Navidad”.

A lo largo y a lo ancho de toda su obra literaria, Dickens se declaró enemigo de la pena de muerte, así como denunció numerosos abusos e injusticias sociales que observaba en su entorno y los describía con un realismo impresionante. Pero siempre dejando mensajes positivos acerca de cómo resolver esas diferencias socioeconómicas.

En 1849 publica “David Copperfield”, también de rasgos autobiográficos, que por numerosos críticos es considerada su mejor obra.

León Tolstoi y Fiódor Dostoyevski consideraban a Charles Dickens como un autor cristiano, no tanto porque practicara mucho su religión, sino por las soluciones que aportaba a las tramas de sus novelas.

Una opinión unánime de los críticos literarios es que Dickens hizo más por los pobres, por los marginados, debido a sus claras y valientes posturas en contra de la esclavitud laboral y racial; por sus denuncias ante las injusticias y tremendas diferencias socioeconómicas en la sociedad inglesa; por su permanente oposición a la pena de muerte, etc., de tal modo que su benéfica influencia ayudó a tomar conciencia nacional para que en el parlamento inglés, tanto en el siglo XIX como en el XX, se aprobaran leyes para resolver estas severas problemáticas.

Publicado en la edición semanal digital de El Observador del 31 de mayo de 2020. No. 1299

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