Por Jaime Septién

La española María Vallejo-Nájera, en su libro Cielo e infierno: Verdades de Dios (LibrosLibres), argumenta que “quizás el gran triunfo del demonio en nuestros días es que el mundo crea que no existe. Ésa ha sido su mayor trampa. A muchos jóvenes, incluso sacerdotes, les cuesta creer en la existencia del demonio; pero es un ser real”.

La pandemia nos lo ha enseñado de muchas maneras. Pero la más sofisticada de todas es su presentación empaquetado en forma de noticias. Noticias falsas, acusaciones y contra acusaciones. Remedios contra el virus y sus detractores. División, mentiras, desasosiego. En una palabra: miedo.

Cuando a los seres humanos nos arrincona el miedo, somos materia dispuesta a cualquier tipo de odio que se nos ponga a la mano. Lo resumo: odio al otro por ser otro. Odio a Dios porque nos ha enviado el coronavirus, a los orientales por propagarlo, a los médicos y enfermeras por no curarlo, a las autoridades por decirme que me quede en casa, a los míos por estar tanto tiempo en casa…

Un fantasma recorre el mundo: la soledad disfrazada de mucha información. El diablo se mete ahí. Su trampa: arrinconarse para que veamos con recelo a los demás. Para sentir a Dios ausente. La infodemia (la pandemia informativa) nos arroja al egoísmo. A pensar como quiere el diablo: “yo me salvo solo”.

TEMA DE LA SEMANA: ¿SIGUE VIGENTE LA ACCIÓN DEL DIABLO?

Publicado en la edición semanal digital de El Observador del 26 de julio de 2020. No. 1307

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