Don Jesús García y García, jefe de redacción de El Observador por 25 años, dice adiós. Con su paciencia y entrega se ganó el respeto y admiración de sus compañeros, y ahora, en esta pandemia, redacta un mensaje para despedirse y agradecer por la oportunidad que lo llevó a participar y dar estilo a 1306 ediciones.
Muy apreciable licenciado: Mi estado actual (físico, mental y anímico) me obliga a liberarme de algunas obligaciones, entre ellas de la que fue muy grata consistente en participar en la elaboración de El Observador durante toda su existencia que se mide por sus 1305 números publicados. Por tanto ya solamente colaboraré de la forma acostumbrada en el número 1306 y quedará finiquitada nuestra relación laboral.
Agradezco infinitamente la posibilidad que usted me brindó de trabajar bajo su incomparable dirección.- La misma razón que invoco al principio de este mensaje cuenta para que yo decline –como lo hago con sentimiento- la estupenda oportunidad que usted me ofrecía para hablar de mí en un artículo que ya no estoy en posibilidad de producir. Lo siento mucho de veras.- Me atrevo a pedirle que sea usted el conducto para despedirme afectuosa y agradecidamente de su esposa y de sus hijos, así como de todos quienes fueron mis compañeros. Dios pague a todos lo que hicieron por mí. Nuevamente, muchas gracias y un abrazo.
J. Jesús García y García.
Don Jesús: con agradecimiento en el corazón recibimos Maité y un servidor su mensaje. Comprendemos, perfectamente, su decisión. Nos va a ser difícil -en especial a mí- dejar de preguntar “¿Esto ya lo revisó don Jesús?”. Pero, bueno, así es la vida. Y como dice el tango, “contra el destino, nadie la talla”. Fueron 25 años de una extraordinaria colaboración. Usted es pieza fundamental de la historia de El Observador. Lo sabe muy bien, pero queríamos repetirlo en este comunicado. Dios nos lo envió para poder transitar, juntos, esta aventura que, sin duda, nos dejará marcados a todos por el resto de nuestra vida. Fue un honor ser compañeros de trabajo y será un gusto poder seguir contando con su cercanía y aprecio, en las condiciones en las que usted lo quiera.
Esta pandemia nos ha hecho volver a mirar lo esencial. Y lo esencial es una amistad en la fe católica. Usted ha sido un referente del periódico. Desgraciadamente, no podemos organizar ningún acto de despedida, como usted lo merece. Ya habrá oportunidad, si Dios así lo quiere, de hacerlo. Mientras tanto, a nombre de mi mujer y mío, reciba usted un fuerte abrazo y los mejores deseos de paz, salud y bienestar, en compañía de los suyos. Ha dejado usted un vacío imposible de llenar. Rece por nosotros. Y por su periódico, su casa, su trinchera de trabajo y de fe, El Observador.
Jaime Septién
Publicado en la edición semanal digital de El Observador del 19 de julio de 2020. No. 1306