La religiosa argentina, Josefina Cattaneo, se abre paso en las redes sociales para anunciar el mensaje de Jesús de forma “cool” y divertida
El hecho de estar tanto tiempo en confinamiento ha dejado también cosas positivas. Son muchas horas en que pensar y para emplear los conocimientos o aprender algo nuevo. En las redes se ha visto de todo: nuevas canciones, iniciativas, nuevas páginas, mayor impulso de las mismas redes y todo tipo de personajes que buscan hacer que el tiempo sea mejor. En definitiva, se ha sacado provecho a la situación.
Los católicos también formamos parte del círculo que ha entrado de lleno a los proyectos online, solo basta con hacer una búsqueda en Facebook, Twitter, YouTube, Instagram o el popular Tik Tok, para darse cuenta que el proyecto de evangelización también ha encontrado su lugar en esta pandemia. Tal es el caso de la hermana Josefina Cattaneo, una argentina de rostro y sonrisa afable, que ha declarado a diversos medios que, debido al confinamiento, comenzó a crear contenido para Tik Tok.
“Cuando empezó este tiempo de pandemia, de no poder salir, de cuidarnos y quedarnos en casa, se me habían cambiado los planos y los espacios para anunciar a Jesús. ¡Nadie me quiere saludar! ¡Nadie habla conmigo! Entonces empecé a ver a Tik Tok como una posibilidad”, contó la religiosa, de 25 años a la agencia EFE.
En cada video la hermana Josefina, que pertenece a la Congregación de Hermanas Mercedarias del Niño Jesús, en la provincia de Córdoba, suele aparecer con una sudadera deportiva en color azul o gris y audífonos blancos. Siempre muestra una sonrisa, al mismo tiempo de hace gestos y bailes apoyada con la música del momento para atraer a los más jóvenes con un mensaje que promueve el amor de Dios y la fe.
Generalmente aparece sola en su sencilla habitación del convento a la que le puede dar vida y convertirla en otro escenario gracias a los filtros de la aplicación. Pero también integra a sus compañeras, quienes animadas siguen las coreografías para mostrar otra faceta de la vida diaria en el convento a los más de 105 mil seguidores que tiene Josefina.
“Cuando empecé la gente me preguntaba si era verdad, si no estaba actuando y yo decía: ‘Mira, no es Halloween, así que disfrazada no estoy. De verdad que sí, soy monja, no sé qué prueba necesitas’. Me saco el sombrero frente a la gente que elige algo distinto para este tiempo, que me sigue y manda mensajes lindos, que me acompaña y me sostiene”, declaró la religiosa.
Su vocación
Josefina nació en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, Verónica, y creció en la cercana ciudad de Magdalena. A los 15 años comenzó a cuestionarse sobre su vacación, durante una misión de jóvenes en Quitilipi, en Chaco, una de las regiones más pobres del país, pero fue a los 18 cuando tomó la decisión de convertirse en religiosa: “Al principio me parecía un poco raro y un poco loco, porque no es lo que solemos elegir los jóvenes. Aunque esto me parecía una locura, la sentía muy mía y me empezó a gustar esta idea, este deseo que Jesús iba poniendo en mi corazón”.
“Y así pude hacer un discernimiento para ver si era lo mío, para estar del todo segura y decidir con mucha libertad. Siempre que ando media perdida Dios me manda a alguien para que me ubique. Hoy por hoy soy una enamorada de Jesús, no me canso de anunciarlo, porque es el hombre que me ha cambiado la vida, que me la transformó y me la sigue transformando. Estar cerca de Jesús es vivir en la felicidad, es ser feliz”.
La joven, que tras completar su noviciado vivió dos años en Quito, Ecuador, en una pequeña escuela del barrio de Conocoto para niños con capacidades diferentes, es parte de todo un grupo de religiosas y sacerdotes que han salido de lo convencional para llevar de una forma distinta el mensaje de Jesús.
“En este desafío hay muchísimas hermanas más, religiosas y sacerdotes. Estamos convencidos de que necesitamos una Iglesia ahí en las redes. Las redes son una posibilidad de anunciar. Jesús también quiere estar ahí, porque ahí está la gente. Estamos gastando y dejando la vida en este anuncio, en esta buena noticia que tenemos de regalo para la gente”.
Josefina cuanta con el apoyo de su superiora y de sus compañeras. Cuando no está grabando y subiendo videos, trabaja a la par de las demás preparando comida, rezando, limpiando la casa, acudiendo a misa o tomando mate.
“Esto es lo que soy, no hay una actuación en esto. Para mí no hay excusas, no hay muros cuando se trata de llegar a la gente con Jesús”.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 25 de octubre de 2020. No. 1320